En el acto de recuerdo a las Víctimas del Holocausto que se celebra desde 2010 en las Cortes de Aragón, es tradicional que representantes de diferentes colectivos dirijan unas breves palabras al público asistente. Año tras años algún familiar de un deportado republicano toma la palabra con la única finalidad de mantener viva la memoria de los españoles que fueron sacrificados durante el dominio nazi de una buena parte de Europa.
En los actos de este año, el pasado 25 de enero, fue Joaquín Pisa el encargado de recordar a los millares de compatriotas asesinados en aquel contexto de terror y de exterminio y lo hizo con una mención explícita a su tío-abuelo Mariano Carilla Albalá, de Lanaja, cuya trayectoria vital ha seguido y publicado en el libro "Un castillo en la niebla". Sus emotivas palabras con un mensaje, claro y explícito, las reproduzco a continuación::
Autoridades de
Aragón, miembros de las asociaciones presentes, público asistente, amigas y
amigos todos.
Joaquín Pisa, durante su intervención |
La Asociación
Amical de Mauthausen me ha hecho el inmenso honor de pedirme que hablara hoy
aquí en representación de los republicanos exiliados y deportados tras la
Guerra de España. Les estoy profundamente agradecido por esta deferencia que
han tenido conmigo.
Les hablo por
tanto en nombre de un colectivo que en su momento sumó medio millón de
personas, ciudadanos españoles a los que les fue arrebatada incluso su
nacionalidad. De ellos, más de diez mil hombres y mujeres pasaron por los
campos de exterminio nazis, donde la mayoría dejaron la vida. Otros lograron
sumarse a la resistencia en los países ocupados, y participaron en la victoria
final sobre el fascismo.
Son sus voces
las que hoy quiero traer aquí, las de esos miles de españoles, y por supuesto
las de tantos aragoneses entre ellos, que pagaron el precio más alto por haber
soñado un mundo mejor para nosotros, sus descendientes, y haber luchado para
hacerlo posible.
Los exiliados y
deportados republicanos nos piden que les arranquemos del olvido al que fueron
condenados en tiempos pasados por los cómplices españoles de sus verdugos. Aún
hoy, hay quien intenta desmentir su memoria. Pero ellos no se resignan a que se
pierda, y nos siguen demandando que la preservemos y difundamos, como legado
para las generaciones venideras. Esta es la tarea que asumimos sus
descendientes.
Hoy les traigo
aquí sus voces, y también sus nombres. Permítanme que personifique y resuma a
todos ellos en uno solo, en mi tío-abuelo Mariano Carilla Albalá: campesino
aragonés nacido en la villa de Lanaja, obrero y sindicalista en Barcelona,
miliciano en el frente de Aragón, exiliado en Francia y “concentrado” en Saint
Cyprien, resistente a los nazis en las playas de Dunkerque, preso en Silesia y
Tréveris, deportado a Mauthausen y Gusen, y finalmente gaseado en el castillo
de Hartheim.
En estos tiempos
turbulentos tan parecidos a los que precedieron a la gran tragedia que hoy
conmemoramos aquí, el mensaje que nos envían Mariano y sus compañeros de
infortunio nos invita, como digo, a preservar la memoria de sus actos y de sus
sufrimientos, de su sacrificio y de su martirio, precisamente para evitar que
una cosa así vuelva a suceder en esta vieja Europa a veces tan civilizada y a
veces tan bárbara.
Oigamos sus
voces pues, y honremos su memoria.
Muchas gracias
por su atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario