martes, 26 de junio de 2012

BALTASAR FERRUZ INSA. Identidad de un navarro-aragonés deportado

Baltasar Ferruz. Blog de Ander Cabrero
El interés de Ander Cabrero, por recuperar la memoria de las víctimas del franquismos de Pitillas (Navarra), le ha llevado a recuperar la identidad de Baltasar Ferruz Insa quien, habiendo nacido en dicha localidad navarra en 1911, acabó sus días en el campo de Gusen en el mes de mayo de 1942. Ander poseía muy pocos datos de Baltasar pero con la localización de Vicenta y Trinidad, dos hermanas suyas que viven en Sástago, ha podido establecer claramente su trayectoria y nos ha dado a conocer retazos de la historia familiar.

El matrimonio formado por Martín Ferruz López y  Benita Insa Vallespín,  durante la primera década del siglo XX, se había trasladado desde Sástago a la población de Pitillas donde nacieron dos de sus nueve hijos: Baltasar el día 5 de enero de 1911 y Ramón en diciembre de 1912. Sobre el año 1918 la familia regresó definitivamente a Sástago.

Martín, el padre de Baltasar, durante la República ocupó cargos de responsabilidad en el seno de la UGT, de cuya agrupación local (Sástago) era presidente en mayo de 1933. El joven Baltasar y sus hermanos se formaron en el seno de esta familia de labradores donde, la vinculación directa y activa con el sindicato, conformaron su ideología de izquierdas y su compromiso con la defensa de la Segunda República, tras el golpe de estado fascista del 18 de julio de 1936.

Este compromiso político de Martín y de sus hijos, les acarreó problemas, posteriormente, al ser denunciados de oponerse al Movimiento y de haber participado en las incautaciones de tierras. Martín aparece inculpado en varios  Expedientes de Responsabilidades Políticas abiertos, en 1939, contra los republicanos de Sástago.

Ramón y Baltasar -y seguramente alguno más del total de los seis hermano varones- fueron combatientes en la Guerra. Ramón desapareció en una de las misiones como correo de guerra y Baltasar, según consta en la documentación que ha recopilado Ander Cabrero, pudo ser  comisario político del ejército republicano. Tras la ruptura del frente de Aragón en marzo de 1938, la familia Ferruz-Insa se trasladó a Barcelona, donde se encontraban cuando Baltasar partió hacia el exilio desde la estación de Francia de la Ciudad Condal.  

Desconocemos cual fue la trayectoria de Baltasar en el exilio. Como miembro de una de las Compañías de Trabajadores Extranjeros que fueron cercadas en las playas de Dunkerque por los alemanes, fue detenido durante la primera semana de junio de 1940. Un importante número de republicanos fueron transferidos, junto a prisioneros de otras nacionalidades, a un campo de prisioneros de guerra (stalag)  situado en la Alta Silesia -hoy territorio polaco- y en el mes de octubre fueron trasladados a un nuevo stalag, el  XII-D, ubicado en las cercanías de la ciudad de Tier (Tréves) en la frontera germano-luxemburguesa.

Desde esta localidad fueron deportados a Mauthausen un total de 775 republicanos, sufriendo tres días de viaje en vagones de ganado que no reunían unas mínimas condiciones de vida. Fueron inscritos en Mauthausen el día 25 de enero y a Baltasar le adjudicaron la matrícula 3844. Su traslado hacia Gusen se produjo el 20 de octubre, donde halló la muerte el 14 de mayo de 1942. Desde que había empezado la Guerra de España habían pasado casi seis años de sufrimiento y de combate contra el fascismo.

Las represalias y la persecución sobre el cabeza de familia tuvieron unas consecuencias fatales y Martín falleció en enero de 1941 -según cuentan sus familiares- como consecuencia de una paliza que le dio la Guardia Civil, tras haberlo detenido en su casa. Estos hechos coincidieron en el tiempo con la llegada a Mauthausen del joven Baltasar quien, al dar su filiación en los registros de campo, dejó como persona de contacto la de su padre. Poco podía imaginarse Baltasar lo ocurrido en Sástago en aquellos días.
.
La familia tardó algún tiempo en enterarse del fallecimiento de Baltasar, una de sus sobrinas, le ha explicado a Ander la noticia de su muerte en Alemania que le fue transmitida, por las “recaderas” de Sástago, a su tía Trini: “Lo siento dijo una de ellas y Trini se puso a llorar. Volvieron por la carretera, supongo que para no cruzarse con mucha gente, mi tía no paraba de llorar. Entraron por el corral, Benita se volvió loca al enterarse. Cabrones, cabrones… Eso es lo que gritaba sin cesar”.

 Dolor y desesperación en una familia que había pedido a tres de sus miembros como consecuencia directa de la Guerra y el exilio. Un exilio al que también se vieron abocados José y Alfredo, el mayor y el más pequeño de la saga  y que, con el paso de los años, se convirtió en permanente en tierras francesas.

Por lo que nos ha explicado Ander Cabrero, las hermanas y  las sobrinas de Baltasar mantienen vivo el recuerdo de los sucesos que han acompañado a su familia. Han pasado muchos años desde que la Guerra truncó las ilusiones de Martín y de Benita quien, a pesar de todas las vicisitudes pasadas, transmitió a las siguientes generaciones “una dignidad que nunca perdieron”.
***
El trabajo de Ander Cabreo se puede seguir en el siguiente enlace: http://lavaradelalibertad.blogspot.com.es/2010/05/baltasar-feruz-issa-de-pitillas.html


domingo, 17 de junio de 2012

"Tanguy. Historia de un niño de hoy" de Michel del Castillo ,


Añadir leyenda
Tanguy,  el relato novelado de los primeros años de la vida del escritor franco-español Michel del Castillo, no deja indiferente. ¿Biografía novelada o novela biografiada? ¡Qué más da! Se trata de una escritura directa, desgarradora y dramática, como la angustiosa realidad a la que se vio abocado el niño protagonista del relato, reflejo de la propia experiencia del autor.

Michel nació en Madrid en 1933. Cuando comenzó la Guerra de España sus padres estaban separados. Su padre, un burgués conservador, había regresado a Francia de donde era originario y su madre estaba vinculada al Frente Popular. Madre e hijo salieron al exilio francés ante la inminente victoria franquista. En Francia pasaron penalidades y, tras ser denunciados por el padre, fueron encerrados en el campo de concentración de Rieucros (Francia) destinado a acoger prisioneros peligrosos. Michel quedó sólo en Francia y fue deportado a Alemania con tan sólo nueve años. En este segundo campo de concentración conoció el trabajo esclavo, el cansancio, el hambre, el dolor, la amistad y, por encima de todo, la presencia cotidiana de la muerte.

Tras la liberación fue repatriado a España. Sólo y abandonado fue internado en el siniestro asilo Durán en Barcelona, donde el brutal trato y la permanente humillación a que fue sometido nos recuerda la ignominia sufrida en el campo alemán.  Logró escaparse y su dramática epopeya particular  le llevó a Úbeda, a Madrid, Huesca,…. Afortunadamente en su camino se cruzaron almas bondadosas que le tendieron una mano amiga: manos, miradas y palabras que le ayudaron a sobrevivir. Adolescencia y primera juventud en aquella sucia y áspera España, hasta su regreso a Francia con 20 años y con una experiencia que se nos antoja imposible de superar.

Michel del Castillo
Una lectura, la de Tanguy, imprescindible para nuestra juventud. Una inigualable lección de humanidad, de Historia y de consciencia: “en las guerras no hay ganadores ni perdedores, sólo víctimas”. ¿De qué es culpable Tanguy? ¿Qué pecados tuvo que expiar Michel en Francia, en Alemania y en España, entre los nueve  y los dieciocho años?  Cabe mayor injusticia que la sufrida por los millones de niños y niñas víctimas de los pasados y actuales conflictos bélicos, raciales o económicos. El sufrimiento de Tanguy  es una denuncia permanente, un grito desesperado y abrumador ante la maldad, donde hasta los verdugos aparecen también como víctimas propiciatorias para la materialización del mal.

E inevitablemente, tras la lectura, vuelve a surgir de nuevo la pregunta que -por la misma época en que Michel emborronaba sucesivos folios de esta su primera obra literaria- se hacían Alain Resnais y Jean Cayrol el documental  Noche y Niebla” cuando ni el kapo, ni el oficial nazi asumían su responsabilidad: Entonces, ¿quién es el responsable?”.

Entre los artículos que he encontrado en internet, sobre este libro de Michel del Castillo,  quiero destacar los dos siguientes que enlazo. En el primero de ellos (1987), el escritor Manuel Vázquez Montalbán señalaba que Tanguy, tendría que ser un libro de lectura obligatoria en los centros educativos. Una idea que comparto plenamente invitando a hacerlo al profesorado con sensibilidad hacia cualquier tipo de sufrimiento y como un alegato a la solidaridad, a la compasión y al pacifismo. En el segundo (2000), el escritor Juan de Segarra  decía que, si de él dependiese,  el libro “lo vendería también en todas las farmacias de guardia”. Sin duda, una dosis necesaria de conciencia y humildad.

 ***
DEL CASTILLO, Michel, Tanguy. Historia de un niño de hoy, Ed. Ikusager Ediciones, S.A. Vitoria-Gasteiz, 2004

sábado, 9 de junio de 2012

Recuerdo de tres supervivientes de Mauthausen


Segundo Espallargas. Urrea de Gaén, 2006
Nuestra amiga Montserrat Llor, ha publicado varios artículos, en diferentes medios de comunicación, donde ha dado a conocer la trayectoria y retazos de la memoria de algunos supervivientes republicanos. Hombres y mujeres todos ellos de avanzada edad, alguno ya ha fallecido desde el momento en que los entrevistó, que regresan por un momento al recuerdo de su experiencia en los campos alemanes y a su supervivencia que, en muchas ocasiones, se debió a la suerte, a la casualidad y a la solidaridad de sus compañeros.

Segundo Espallargas, (Albalate del Arzobispo, 1920) Manuel Alonso Ortells (Barcelona, 1918) y Francisco Bernal (Garrapinillos, 1920) son los tres republicanos que aparecen en el artículo que publicó Montserrat, hace unas semanas en el suplemento dominical de “EL País”. Los tres residen actualmente en Francia. Ya fuese por razones políticas, por la situación de España en aquellos negros años de la dictadura o por el mero hecho de aprovechas las posibilidades de rehacer una nueva vida, los tres continuaron en el exilio y su regreso ha sido ocasional y, normalmente, por razones de carácter familiar.

Dibujo de Manuel Alfonso Ortells
A Segundo Espallargas, ”Paulino”, lo conocí en el homenaje que se realizó a los deportados del Bajo Martín en la primavera de 2006. Recuerdo su fuerza y su energía al agradecer a los alcaldes de la comarca la celebración de aquel acto tan emotivo, donde estuvieron presentes un número muy importante de hijos y nietos de las víctimas. Mantiene relación con sus familiares de Alcañiz, donde se trasladó a vivir su familia cuanto tenía dos años y con sus amigos de Albalate del Arzobispo. No pudo asistir, por razones de salud, al homenaje que el Gobierno de Aragón hizo a los deportados republicanos aragoneses en mayo de 2010.

Manuel Alfonso mantiene correspondencia con la Amical de Mauthausen y en sus archivos guardamos felicitaciones y primorosos dibujos donde la viveza de los colores utilizados es una muestra de su vitalidad personal. En sus cartas, redactadas con una admirable caligrafía, nos  transmite ánimos para seguir trabajando por la memoria de la deportación y son mensajes cargados de una enorme humanidad.

Francisco Bernal. Zaragoza, 2010
Con Francisco Bernal pasé una agradable mañana de inicio de año en su casa del sur de París. Su testimonio inagotable, sobre su experiencia durante la deportación, está plagado de anécdotas que suavizan el dramatismo de la experiencia vivida en los campos: el recuerdo de las condiciones de trabajo de sus de sus compañeros, en los túneles de Ebensee, le hace reconocer su situación de privilegio como zapatero que podía trabajar a cubierto y guarecerse, así,  de las inclemencias del invierno austríaco, del agotador trabajo en los túneles y de las rigurosas condiciones de vida establecidas en el campo. Coincidimos también en el homenaje en  Zaragoza de mayo de  2010.


Se puede acceder al artículo de Montserrat Llor en el siguiente enlace:



sábado, 2 de junio de 2012

En memoria de Miguel Aznar Sesé, superviviente de Mauthausen


Miguel Aznar Sesé. Fotografia de Tomás López
En la intervención que Tomás López Lanuza hizo el pasado 27 de enero en las Cortes de Aragón, durante el acto de recuerdo a las víctimas del Holocausto, tuvo palabras de reconocimiento hacia Miguel Aznar Sesé, deportado superviviente de Mauthausen, haciendo referencia a sus conversaciones mantenidas en la población francesa de Tarbes, donde residía, a su delicada salud y a las  dificultades que tenía para recordar las experiencias amargas de su pasado.  

Poco podía imaginarse que, cuando dedicaba aquellas cariñosas palabras a Miguel, éste ya hacía varios días que había fallecido. Ha sido el propio Tomás López, quien nos comunicó la muerte , el día 17 de enero , de este hombre sencillo y anónimo, cuya vida estuvo marcada, desde su juventud, por la dramática historia de nuestro país: guerra, exilio, deportación a los campos nazis y segundo exilio.

Miguel Aznar, aún pudo participar en el documental de Ramón J. Campo “Adios a la vida” (2010), donde  se recogía el testimonio de los últimos supervivientes aragoneses de los campos nazis. Miguel se presentaba vestido con su traje de deportado, que había conservado desde la liberación, y hablaba de su llegada al campo, de las amenazas que caían sobre los recién llegados, de su experiencia en la cantera, de las enfermedades y de las penurias sufridas durante su estancia en Mauthausen y, también, de la solidaridad entre los internos. Su voz, entrecortada y emocionada, reconocía cómo había sido incapaz de regresar a Mauthausen, en todos los años transcurridos desde la liberación, por no volver revivir los asesinatos de tantos compañeros de sufrimiento.

Des Aragonais.Portada
De Miguel conocíamos pocos datos, había nacido en la pequeña localidad oscense de Oto en julio de 1920 e incluso su nombre aparecía confuso: en los listados franceses que hemos consultado figura como Miguel y como Luciano Miguel, una confusión que se originó –según nos cuenta el propio Tomás- cuando el párroco que le bautizó le puso el nombre de Luciano, aunque para toda la familia le conoció por Miguel. Afortunadamente, Sergio Sánchez Lanaspa en su libro “Des Aragonais. Testimonios del exilio aragonés en el sur de Francia” (2010) publicó una semblanza que nos sirve para anotar brevemente algunos aspectos de su trayectoria. Huérfano de madre, desde que tenía un año, en julio de 1936 acababa de cumplir 16 años cuando se produjo el golpe de estado franquista que desencadenó la Guerra de España. Destinado a realizar labores de vigilancia se vio obligado a cruzar a Francia cuando las tropas rebeldes tomaron las últimas posiciones republicanas en los Pirineos oscenses. Posteriormente, cuando su quinta fue llamada a filas regreso a España, como muchos otros combatientes de la Bolsa de Bielsa, y continuó defendiendo la República en tierras catalanas hasta la derrota final.

Penó por los campos de Agde y de Argeles-sur-Mer en el sur de Francia, hasta que decidió alistarse en una de las Compañías de Trabajadores, creadas por el gobierno francés. Tras la invasión alemana, los miembros de su compañía intentaron huir hacia Suiza, pero fueron rechazados y cayeron en poder de los alemanes. Tras ser internado en un campo de prisioneros de guerra -el stalag XIA en Altengrabow- fue deportado a Mauthausen en un convoy formado por una cincuentena de republicanos, ingresando en el campo austriaco el 3 de noviembre de 1941 (nº 3181). Posteriormente fue trasladado al kommando Steyr, un complejo formado por diferentes industrias de guerra donde fueron destinados varios cientos de españoles. Allí coincidió con el deportado de origen aragonés, José Cabrero Arnal, quien le hizo la caricatura que acompaña estas líneas.

Caricatura de Miguel por José Cabrero Arnal
Miguel fue liberado en Steyr en mayo de 1945 y posteriormente se estableció en el sur de Francia, en Tarbes, población situada en la vertiente norte de los Pirineos a unos 70 km. de la frontera, para poder estar cerca de su familia con cuyos miembros se citaba en los pasos fronterizos por sus temores a volver a Oto, a donde regresó a  principios de la década de los sesenta del pasado siglo y de  forma asidua durante las últimas décadas. Tras la dramática experiencia de la deportación, Miguel pudo rehacer su vida gracias al apoyo constante de su esposa quien le ayudó a convivir con las secuelas y los miedos arrastrados de su estancia en los campos alemanes. Una experiencia que transmitió personalmente en el Museo de la Deportación de la población de Tarbes, donde su testimonio era escuchado con respeto y admiración por los grupos de estudiantes que participaban de los encuentros.

Con la muerte de Miguel Aznar desaparece otro hombre anónimo y desconocido por la mayor parte de  nosotros. Las circunstancias propias de nuestra historia, el desapego y desinterés por el conocimiento del pasado común nos han privado del testimonio y de la experiencia de hombres como Miguel –expulsados de nuestro país para ser arrastrados por los caminos de la barbarie- como vacunas indispensables para protegernos de la amnesia colectiva y de los peligros latentes de la intolerancia.