sábado, 22 de febrero de 2014

75 AÑOS DEL EXILIO REPUBLICANO: D. Antonio Machado




Durante estas últimas semanas se está cumpliendo el 75 aniversario del masivo exilio republicano. Entre 450.000 y 500.000 personas huyeron, hacia Francia  escapando del avance imparable del ejército franquista por tierras catalanas, tras la toma de Barcelona el 26 de enero de 1939-. Y por este motivo comienzo una serie de entradas en el blog dedicadas a recordar a diferentes personas anónimas que vivieron y sufrieron directamente la dura experiencia de la Retirada, en aquellos gélidos y dramáticos días de principios del 39.  

Pero para empezar quiero recordar, hoy 22 de enero, a D. Antonio Machado, quien cruzó la frontera como uno más de los derrotados republicanos. Se encontraba enfermo y desfallecido y a los pocos días, un día como hoy –el 22 de febrero de 1939- falleció en una humilde habitación de un hotel situado en la pequeña población francesa de Colliure, en cuyo cementerio descansan sus restos junto a los de su madre, Ana Ruiz, que falleció tres días después. 

Hoy, en homenaje a uno de los grandes poetas de la literatura universal, cuando en todo el país se le recuerda en numerosos actos, oficiales y no oficiales, releo su poesía y me fijo especialmente en  aquel "Retrato" cuyos últimos versos tienen mucho de premonitorio y son una lección explícita de  ética personal y colectiva para nuestra desorientada generación que tantas muestras está dando de corrupción, superficialidad y banalización de lo auténtico. Estas palabras me recuerdan mis propios recuerdos de la infancia y también los ya viejos, pero nunca olvidados consejos familiares sobre la sencillez ante la vida, el valor de la austeridad, la honradez personal y el destino último -inevitable e igualitario- de nuestra existencia.

RETRATO
Su última imagen
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/pekin_antonio_machado.htm

http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-antonio-machado-mundos-sutiles/1597035/