martes, 26 de febrero de 2013

JESÚS TELLO GÓMEZ: Audiencia Nacional (marzo 2009)

Jesús Tello y Ramiro Santisteban, víctimas de Mauthausen, el día que declararon en la Audiencia.  - GUILLERMO SANZ
Jesús Tello y Ramiro Santisteban. Foto: publico.es
s.
Tras el fallecimiento de Jesús Tello, el pasado 9 de febrero, me parece oportuno recordar que, hace cuatro años, los medios de comunicación difundieron ampliamente su asistencia a la Audiencia Nacional para declarar, a finales del mes de marzo del año 2009, en una causa en la que se investigaba la actuación de cuatro miembros de los SS -Johann Leprich, Anton Tittjung, Josias Kumpf e Iwan o John Demjanjuk- que habían estado destinados, durante la Segunda Guerra Mundial, en los campos de Mauthausen, Sachsenhausen y Flossenbürg y que residían, en el momento de hacerse efectiva la querella, en Estados Unidos

En aquella comparecencia, ante el juez Ismael Moreno,  estuvo acompañado por Ramiro Santisteban, con quien Jesús había compartido destino en el campo de Mauthausen, en el grupo de los jóvenes republicanos encuadrados en el que se conoció como el kommado Poscharcher.

La denuncia, que había motivado la declaración de los dos supervivientes republicanos, había sido interpuesta por David Moyano, superviviente también de Mauthausen, y varios familiares de republicanos deportados a estos campos. Como se puede ver en el siguiente enlace  http://www.derechos.org/nizkor/espana/doc/querellantes.html

Jesús Tello había participado anteriormente en diferentes documentales, dando testimonio sobre su paso en el campo y siempre había puesto de manifiesto la falta de una justicia que actuase contra los verdugos de todas las víctimas del nazismo y por lo tanto, también, de quienes de forma totalmente impune habían asesinado a tantos compatriotas republicanos. En aquella ocasión, la expresión de Jesús, en las declaraciones que hizo a la prensa eran de satisfacción por el paso dado por la Audiencia Nacional y parecía ser la ocasión propicia para que, desde España, se llevasen a cabo acciones de justicia universal contra aquellos asesinos que habían salido indemnes de las atrocidades en las que, como SS, habían participado en los campos nazis. 

En el siguiente vídeo, que difundió la agencia EFE, se recoge el instante en que los dos supervivientes salían de la Audiencia, tras su declaración:

En los siguientes enlaces podemos ver alguna de las noticias publicadas en aquellos días, donde se recogen fragmentos de las declaraciones de Jesús y de Ramiro. También he enlazado con diferentes comunicados del equipo Nizkor donde se explican las razones de la querella y su seguimiento









miércoles, 13 de febrero de 2013

JESÚS TELLO GOMEZ: otro superviviente fallecido en Francia


Ante la noticia del fallecimiento de Jesús Tello Gómez, el delegado en Aragón de la Amical de Mauthausen ha redactado la siguiente nota que ha sido recogida por varios medios de comunicación.

Nos ha dejado uno de los últimos aragoneses supervivientes de Mauthausen


 Esta semana ha fallecido en Tournefeuille, pequeña localidad francesa cercana a Toulouse, Jesús Tello Gómez.


Jesús Tello nació en Épila el 14 de febrero de 1924. Los avatares de la Guerra Civil, llevaron a su familia huyendo de las tropas rebeldes hasta Barcelona y de allí, siguieron su huida junto a cientos de miles de republicanos hacia la frontera francesa, buscando refugio en suelo francés.


Su familia fue a parar al campo de Les Alliers, cerca de la ciudad de Angulema, población francesa que tras la invasión alemana de Francia quedó en la zona ocupada. De esta ciudad partió el tristemente célebre convoy de los 927. El primer tren que iniciaba un periplo de deportación de población civil hacia los capos nazis. Este primer tren iba cargado de familias enteras de republicanos españoles refugiados en Angulema. En él, también, viajaba Jesús Tello con sus padres. Tras un largo camino y tratados peor que los animales, llegaron a Mauthausen. Jesús Tello sólo tenía 16 años. Con esta edad entró en aquel campo de la muerte, era el 24 de agosto de 1940. Allí le cambiaron su nombre por el nº 3841. A partir de este momento se iniciaba la vida en el más duro infierno, rodeado de muerte, viendo cómo iban cayendo uno tras otro muchos de los compañeros.


Jesús logró sobrevivir y el 5 de mayo de 1945 sería liberado por las tropas americanas junto a los supervivientes del campo. Pero el drama no se había acabado. El exilio tuvo que continuar. Francia le brindó la oportunidad de una vida digna, frente al régimen franquista que siguió ignorando a aquellos españoles demócratas y les negó nuevamente la acogida de su tierra.


Allí, en esta Francia que le ha dado cobijo, ha fallecido Jesús Tello cuando iba a cumplir los 89 años de edad. En su recuerdo, y en el recuerdo de todos aquellos republicanos españoles que sufrieron la deportación a los campos nazis, sigamos recordando el mensaje que han intentado dejarnos en vida: “¡Nunca más!”

Josep San Martín Boncompte
Delegado en Aragón de la Amical de Mauthausen





sábado, 9 de febrero de 2013

CENTELLES GUARCH, Julián: de El Latonar (Ladruñán) a Mauthausen


Julián Centelles durante la Guerra
Durante las pasadas Navidades, aprovechando un viaje a Barcelona desde Bruselas, donde reside, Alejandro Zurita Centelles quedó con Rosa Toran –presidenta de la Amical de Mauthausen-  para compartir los datos y dejarnos copia de la documentación de su tío Julián Centelles Guarch, uno de los deportados republicanos a Mauthausen que hallaron la muerte en Gusen. Al encontrarme yo en la Amical, conocí a Alejandro y me agregué a la conversación. Alejandro iba desgranado los recuerdos familiares, la vida  de sus abuelos y la de su tío desaparecido en Alemania. Se iba dibujando, poco a poco, una historia más de derrota y de memoria transmitida, hasta aquel momento, en el estricto ámbito familiar.  
 
En la documentación que sobre Julián Centelles, su tío, había recuperado en diferentes archivos franceses figuraba una copia del listado del convoy en que había sido deportado a Mauthausen desde el stalag XI-A y, en ella, Julián figuraba relacionado con el nombre de Ladruñán. Habiendo nacido en la provincia de Castellón pregunté a Alejandro su relación con esta pequeña localidad del Maestrazgo turolense fronteriza con Ejulve, mi pueblo. La cara de Alejandro cambió por la sorpresa. Nuestra charla transcurría utilizando el catalán y ninguno de los dos podíamos sospechar un origen común en una tierra añorada y tan querida: sus abuelos junto a sus hijos (entre los que se encontraba su madre) se habían trasladado durante la República desde su localidad de origen, el Portell de Morella, al Latonar, un barrio de Ladruñán. Allí se dedicaron al cultivo de unas tierras, y fue el lugar donde vivieron la Guerra y la posguerra y sus consecuencias. Esperanzas, temores y represalias se entrecruzaban con historias de maquis y de supervivencia. Alejandro me habló de la propiedad que su abuelo tenía en los Villasecos, una partida de Ejulve lindante con Cuevas de Cañart, y su resistencia para venderlas al Patrimonio Forestal, cuando el Estado compró las tierras colindantes para plantar pinos en los años 60 y recordó, con orgullo, haber divisado desde algún vuelo la única finca que todavía se cultiva entre los pinos plantados en aquella época y para él sigue siendo un ejemplo del carácter resistente de su abuelo. Todo un símbolo en una época donde fue muy difícil sustraerse a la presión del Estado hacia los masoveros y propietarios de la zona.

Alejandro, un amigo más de la amplia familia de la deportación republicana, me ha transmitido un relato sobre su tío Julián, parte del cual transcribo a continuación:

Situación de El Latonar sobre el río Guadalope
Mis abuelos maternos, Bernardo Centelles Piquer y Miguela Guarch Moles, se mudaron desde Portell de Morella (Castellón) hacía Latonar (Teruel) en el año 1935, junto con sus hijos Julián, Perfecto y mi madre Cremencia debido a que el abuelo Bernardo se sintió amenazado por problemas de tierras con gente importante de Portell de Morella.

Latonar era una aldea-barrio del pueblo de Ladruñán, perteneciente a su vez al partido de Castellote, en pleno Maestrazgo turolense. Por aquel entonces, Latonar tenía sus casas habitadas con sus explotaciones agrícolas y ganaderas orientadas al consumo propio de subsistencia, típico de la época. Sus cinco casas y un par de corrales constituyen su única calle que acababa en una espléndida fuente bajo una higuera. Ese manantial cumplía su múltiple función de fuente, de lavadero de ropa y vajilla, de abrevadero de animales, así como de regadío de las huertas colindantes. Latonar, ubicada en la falda de una abrupta caída hacia el cañón del río Guadalope, se encuentra abandonada bajo escarpadas aristas habitadas por águilas, buitres, jabalíes, zorros, etc… se sigue llegando tan solo por camino de herradura o senderos de montaña. Me sigue costando hablar en pasado sobre Latonar, pero debe hacer unos cuarenta años que mis tíos y primos dejaron de vivir allí. Tenemos mi hermana Teresa y yo el recuerdo juvenil de Latonar en su apogeo, como una especie de jardín con sus árboles frutales, todos sus campos y huertos en terraza perfectamente cuidados, caminos pedregosos pero también laderas de blanda hierba, blancas eras de paja, sombras de olivos y chopos, y el frescor de la fuente como epicentro de la aldea. 
Casa de la familia Centelles Guarch en El Latonar

Julián -el hijo mayor de mis abuelos- partió como soldado republicano a la guerra civil con 18 años y cruzó a finales de la contienda hacia Francia como refugiado de la diáspora republicana. Recientemente hemos sabido que en 1939 estuvo interno, como refugiado, en el campo de Agde en cuyas listas aparece como sargento. Creemos que desde allí debió incorporarse a la 109ª Compañía de Trabajadores Extranjeros que reforzaba las defensas de la línea Maginot en la Alsacia, ante la posible invasión del ejército alemán. En junio de 1940 justo una semana después de la invasión nazi de Paris, Julián cayó prisionero de los nazis en Delle, ciudad fronteriza con Suiza. No sabemos si estuvo a punto de escapar o fue retornado por los suizos. Tras estar preso en el campo de prisioneros ´Frontstalag 140' en Belfort (Francia) fue transferido en enero de 1941 al campo de prisioneros alemán 'Stalag XI-A' en Altengrabow, y posteriormente en abril de 1941 al campo de concentración nazi de Mauthausen, donde se le adjudicó la matrícula  4960. No sabemos si trabajó en la famosa cantera o qué trabajos tuvo que realizar, pero el 20 de octubre fue transferido con un grupo exclusivo de 957 españoles al campo aledaño de Gusen. En ese fatídico mes de noviembre de 1941 casi novecientos republicanos españoles, y entre ellos Julián, fueron exterminados e incinerados en Gusen. Julián pereció el 7 de noviembre a la edad de 22 años.

Creo que se puede considerar que Julián vivió desgraciadas experiencias vitales como soldado, refugiado, prisionero y deportado para su liquidación. En consecuencia, Julián vivió mucho en el corto intervalo de sus cuatro últimos años de vida, tuvo que madurar y adaptarse a situaciones degradantes y humillantes en ámbitos y culturas extranjeras con lenguas y mentalidades extrañas, viendo morir a compañeros de forma deshumanizada antes de que le llegara a él su turno.

Me resulta penoso imaginar, más allá del atroz sufrimiento físico y psicológico que le condujeron a una muerte cruel e infame en Mauthausen-Gusen, la creciente añoranza y el sentimiento de nostalgia de los suyos que Julián tuvo que padecer (nunca le fue permitido escribir ni siquiera una carta) en su desesperación ante el horror nazi al que se enfrentaba y adivinando su propio final que fue paulatinamente descubriendo. Sufrimiento que sobrellevó en paralelo a la infinita pena de sus padres Bernardo y Míguela y sus hermanos Perfecto y Cremencia, su familia que en su rincón del Maestrazgo tuvo que aprender a vivir con un vacío irreversible ligado a una guerra desconocida, incomprensible y lejana. Creo que el único consuelo que nos puede quedar radica en la certeza de que los abuelos Bernardo y Miguela, así como sus hermanos Perfecto y Cremencia nunca supieron el ’cómo’ del final de Julián, pues por sus comentarios siempre dedujimos que ellos pensaban que su hijo y hermano había ‘tan solo’ muerto en la «guerra de Alemania». Creo en particular que a su madre, nuestra abuela Míguela fallecida en 1962 (a quien todavía pude besar hasta mis siete añitos), le hubiera resultado insoportable conocer el verdadero final de su hijo Julián.

Debían ser muchas las tareas en la casa de los abuelos para que a pesar del trabajo de los hermanos Perfecto y Cremencia, la ausencia de Julián tras acabar la guerra no se echase en falta. Hubo un maqui huido de apodado Lo Rabós que se escondió en Latonar ayudando a mi abuelo en las tareas agrícolas. Por otra parte, debido a que mi tío Julián  nunca volvió a Latonar tras la guerra civil, la guardia civil sospechaba que él pudiese estar escondido o huido, actuando posiblemente como maqui por la comarca del Maestrazgo, concretamente por los escarpados terrenos y cuevas de la comarca circundante a Latonar, donde él se había criado. Por ello, a veces se presentaban los guardias de improviso en Latonar con el propósito de encontrarlo. Los abuelos Bernardo y Míguela tuvieron que sufrir esa denigrante situación sabiendo que su hijo Julián estaba muerto, pues ya habían recibido la noticia, comunicada por un compañero soldado republicano del vecino pueblo de La Mata. El riesgo era mucho y Lo Rabós debió partir.
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La vista de El Latonar sobre el Guadalope la he tomado de:

martes, 5 de febrero de 2013

ANTONIO BALLESTA: 102 años de supervivencia

El pasado fin de semana falleció en Castellón, su ciudad natal, Antonio Ballesta a los 102 años de edad. Antonio era uno de los republicanos deportados a Mauthausen que sobrevivió gracias al cambio de nombre que hizo en un momento en que su vida corría peligro cuando iba a ser trasladado desde Mauthausen al campo de Gusen.

La noticia de su fallecimeinto ha sido recogida por diferentes medios de comunicación, entre ellos en "El País" que transcribo:

Antonio Ballesta, el superviviente de Mauthausen que murió dos veces

Antonio Ballesta Martínez figura todavía en la lista de fallecidos del campo de concentración de Mauthausen, pero en realidad murió definitivamente este fin de semana en Alicante a los 102 años de edad por una insuficiencia renal. Ballesta, según confesó años más tarde, logró sobrevivir por puro azar, ya que intercambió su identidad y su placa con Rafael Millá, quien murió en el campo de concentración de Gusen en septiembre de 1942. El superviviente solía decir que prefería “olvidar que odiar” pero sus atroces experiencias en el campo de concentración le acompañaron durante toda su vida.

Ballesta, hijo de un ferroviario, nació en Albatera (Alicante) en 1910, cuando comenzó la Guerra Civil se alistó como miembro de la Guardia Nacional Republicana y recaló en Extremadura, Valencia y Barcelona. Tras la victoria de Franco huyó a Francia, donde colaboró en la construcción de campos de refugiados para los exiliados. Pero, en junio de 1940, con la derrota de las tropas francesas, acabó de prisionero de guerra en manos de los nazis. Ballesta, en una entrevista publicada en el año 2007 por la Asociación cultural Alicante Vivo, rememoró las duras condiciones vitales y el trato vejatorio que sufrió en Mauthausen (Austria) entre los años 1941 y 1945.

Allí fue el preso 4.270. Un número que no olvidó jamás, y aprendió a pronunciar en perfecto alemán porque de lo contrario recibía un severo castigo. “Nos daban latigazos con una manguera llena de arena, la pena mínima eran 25 golpes, y a 25 grados bajo cero”, recordaba.

En la localidad francesa de Belfort, preso por los nazis, se enteró que iban a trasladarle al campo de concentración de Gusen, y dejaba solo a su mejor amigo en Mauthausen. Entonces, según su testimonio, acordó intercambiar “destino y suerte” con Rafael Millá, hijo del que fuera alcalde de Alicante durante la guerra, Rafael Millá Santos, fundador del PCE en Alicante y destacado líder en la revuelta militar de julio de 1936.

En Mauthausen sufrió todo tipo de calamidades. “Me dieron con una trenza de cables eléctricos que me quitaron la piel de las nalgas durante semanas”, recordaba este preso que vio morir a compañeros, pasó frío, hambre y terror. Tras la Guerra, se instaló en París y contactó con otros españoles en el exilio para intentar rehacer su vida.

Más referencias al fallecimiento de Antonio Ballesta:
 

lunes, 4 de febrero de 2013

"PARADERO DESCONOCIDO": una advertencia premonitora del mal

K. Kressman Taylor

La tarde del sábado leí el libro “Paradero desconocido” (edición en catalán) de la escritora norteamericana Katherine Kressman Taylor. Un libro corto, muy corto, de unas 50 páginas escasas y que se lee de un tirón. Impresionante. La historia de fondo es el deterioro de una amistad profunda entre dos amigos alemanes a lo largo del año 1933. Residentes en Estados Unidos y  socios, regentan una galería de arte; Max Eisenstein, judío, continúa con la responsabilidad del negocio mientras que Martin Schulse, ario, regresa a Alemania y allí se encuentra con el resurgimiento de una nueva esperanza nacional con la llegada de Hitler al poder.

La estructura epistolar del texto –las cartas entre ambos amigos- consigue mantener la tensión del “tempo” en la progresiva separación y ruptura de aquella relación que parecía inquebrantable. Un texto breve pero muy profundo, donde descubrimos la complacencia con la injusticia, la traición por miedo a perder la seguridad personal, la valentía inconsciente de las víctimas y una sutil confluencia donde se entremezclan los roles de víctima y verdugo.  

El libro fue publicado en Estados Unidos en 1938 y tuvo un gran éxito. El drama, las ideas y las contradicciones que se van desgranando, de forma evidente, unas, y otras que se sobreentienden, se convierten en una denuncia sobre lo que estaba sucediendo en Alemania y que la autora conoció a partir de las experiencias que se explicaban  en su entorno. Pero también –y ahí radica la importancia de este libro- se convierte en un alegato premonitorio sobre los peligros que acechaban a tantas personas inocentes en el corazón de la vieja Europa.

Entre los diferentes párrafos del libro destaco aquel donde, de forma un tanto ingenua, todavía,  Martin relata a su amigo la esperanza “nueva” que se abre para los humillados alemanes (traduzco directamente del catalán):

“…te lo digo de verdad, amigo mío, existe una exaltación, una gran exaltación. En todos los lugares, el pulso de la gente se ha acelerado. Se nota en las calles y en las tiendas. Se ha abandonado la antigua desesperación como un abrigo olvidado. La gente ya no se cubre la cabeza con la vergüenza; vuelven a tener esperanza. Puede que veamos el fial de la pobreza. Alguna cosa, aunque no se qué, pero alguna cosa pasará.”

¿Nadie supo ver lo que se estaba cociendo en el Reich? ¿Dónde miraban los grandes estrategas mundiales, en aquel 1938? Estados Unidos se desentendía de los problemas de Europa, preocupados por superar la grave crisis económica tras el 29. Y los dirigentes de las potencias europeas intentaban calmar las ambiciones de Hitler pactando anexiones territoriales que lo único que conseguían era darle más poder y relevancia. Y ahora, sí, ya sabemos las consecuencias y el precio que pagaron millones de ciudadanos de a pie por las actitudes de sus líderes, en uno u otro sentido.

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En la sala Villarroel de Barcelona se puede ver actualmente una versión teatral de esta obra literaria, interpretada por los actores Lluis Homar i Eduard Fernández.  Por las críticas que he leído parece estar muy bien interpretada. Habrá que ir a verla.

sábado, 2 de febrero de 2013

CORTES DE ARAGÓN: intervención de Joaquín Pisa

En el acto de recuerdo a las Víctimas del Holocausto que se celebra desde 2010 en las Cortes de Aragón,  es tradicional que representantes de diferentes colectivos dirijan unas breves palabras al público asistente. Año tras años algún familiar de un deportado republicano toma la palabra con la única finalidad de mantener viva la memoria de los españoles que fueron sacrificados durante el dominio nazi de una buena parte de Europa. 

En los actos de este año, el pasado 25 de enero, fue Joaquín Pisa el encargado de recordar a los millares de compatriotas asesinados en aquel contexto de terror y de exterminio y lo hizo con una mención explícita a su tío-abuelo Mariano Carilla Albalá, de Lanaja, cuya trayectoria vital ha seguido y publicado en el libro "Un castillo en la niebla". Sus emotivas palabras con un mensaje, claro y explícito, las reproduzco a continuación::


Autoridades de Aragón, miembros de las asociaciones presentes, público asistente, amigas y amigos todos. 

Joaquín Pisa, durante su intervención
La Asociación Amical de Mauthausen me ha hecho el inmenso honor de pedirme que hablara hoy aquí en representación de los republicanos exiliados y deportados tras la Guerra de España. Les estoy profundamente agradecido por esta deferencia que han tenido conmigo.

Les hablo por tanto en nombre de un colectivo que en su momento sumó medio millón de personas, ciudadanos españoles a los que les fue arrebatada incluso su nacionalidad. De ellos, más de diez mil hombres y mujeres pasaron por los campos de exterminio nazis, donde la mayoría dejaron la vida. Otros lograron sumarse a la resistencia en los países ocupados, y participaron en la victoria final sobre el fascismo. 

Son sus voces las que hoy quiero traer aquí, las de esos miles de españoles, y por supuesto las de tantos aragoneses entre ellos, que pagaron el precio más alto por haber soñado un mundo mejor para nosotros, sus descendientes, y haber luchado para hacerlo posible. 

Los exiliados y deportados republicanos nos piden que les arranquemos del olvido al que fueron condenados en tiempos pasados por los cómplices españoles de sus verdugos. Aún hoy, hay quien intenta desmentir su memoria. Pero ellos no se resignan a que se pierda, y nos siguen demandando que la preservemos y difundamos, como legado para las generaciones venideras. Esta es la tarea que asumimos sus descendientes. 

Hoy les traigo aquí sus voces, y también sus nombres. Permítanme que personifique y resuma a todos ellos en uno solo, en mi tío-abuelo Mariano Carilla Albalá: campesino aragonés nacido en la villa de Lanaja, obrero y sindicalista en Barcelona, miliciano en el frente de Aragón, exiliado en Francia y “concentrado” en Saint Cyprien, resistente a los nazis en las playas de Dunkerque, preso en Silesia y Tréveris, deportado a Mauthausen y Gusen, y finalmente gaseado en el castillo de Hartheim. 

En estos tiempos turbulentos tan parecidos a los que precedieron a la gran tragedia que hoy conmemoramos aquí, el mensaje que nos envían Mariano y sus compañeros de infortunio nos invita, como digo, a preservar la memoria de sus actos y de sus sufrimientos, de su sacrificio y de su martirio, precisamente para evitar que una cosa así vuelva a suceder en esta vieja Europa a veces tan civilizada y a veces tan bárbara. 

Oigamos sus voces pues, y honremos su memoria. 

 Muchas gracias por su atención.


viernes, 1 de febrero de 2013

CORTES DE ARAGÓN: intervención del delegado de la Amical


En el acto de homenaje celebrado en las Cortes de Aragón el pasado día 25, en nombre de las dos entidades organizadoras, Rolde de Estudios Aragoneses y Amical de Mauthausen, intervinieron Vicente Pinilla y Josep Mª San Martín. Como representante institucional participó el secretario segundo de las Cortes de Aragón, Sr. Alfonso Vicente, También tomaron la palabra representantes de diferentes colectivos de víctimas y se encendieron varias velas en su recuerdo. 

El delegado de la Amical en Aragón me ha remitido el contenido de sus palabras que fueron las que siguen:

Vicente Pinilla, Alfonso Vicente y Josep Mª  San Martín
En los campos nazis se produjeron dos fenómenos extremos y opuestos. Por una parte, los nazis intentaron convertirlos en los lugares más inhumanos a base de embrutecer, hasta extremos insospechados, la dignidad de las personas. Por otra parte, los deportados respondieron con un espíritu de solidaridad entre ellos que no dudó en poner en peligro la propia vida para mejorar las posibilidades de salvar la de los compañeros/as. 

Es conocido el caso que explicaba Primo Levi sobre su compatriota Lorenzo Perrone. Este hombre durante seis meses se jugó la vida para proporcionarle una lata de sopa que le sirviera de suplemento alimenticio. Lorenzo recogía los restos de sopa entrando a altas horas de la noche en la cocina de Auschwitz y recogiendo las migajas que quedaban en las perolas. Es un ejemplo que nos conmueve por su sencillez: jugarse la vida durante seis meses para robar unos restos de sopa para su compañero. Sin embargo, Primo Levi siempre se mostró convencido que aquel gesto de su compatriota le había salvado la vida en Auschwitz. 

Hubo muchos Lorenzo Perrone en los campos de la muerte que se jugaron la vida por aliviar la de sus compañeros. Cada superviviente de los campos nazis tiene probablemente un Lorenzo Perrone tras él.

Podríamos recordar muchos de los actos solidarios que nos han transmitido los supervivientes. En el caso de los deportados republicanos los hay a montones, no sólo entre ellos, sino también con deportados de otros países. Todavía hoy, al asistir a los actos que se celebran en Mauthausen anualmente para conmemorar la liberación del campo, sorprende y emociona ver cómo ante el monumento a los republicanos españoles, van desfilando para rendirles homenaje delegaciones de países diversos: franceses, belgas, italianos, checos, serbios, albaneses... Es un caso único. Un reconocimiento a los actos de solidaridad que los republicanos españoles protagonizaron en Mauthausen. Una solidaridad que no sólo ayudó a salvar vidas, sino que contribuyó a salvar documentos que han sido vitales para conocer la realidad de lo que allí se vivió, como las fotografías que extrajeron del servicio fotográfico del campo arriesgando sus vidas con la contribución de una ciudadana de Mauthausen, la Sra. Ana Poitner, que arriesgó su vida guardando aquellos documentos en su propia casa.

O podemos traer a la memoria a un conciudadano nuestro, Ángel Sanz Briz, nacido en Zaragoza en 1910. En 1944, cuando Hungría es ocupada por las tropas nazis, él ocupaba el cargo de embajador de España en Budapest y ante el terrible drama de la deportación que llevó a más de medio millón de judíos húngaros a los campos de la muerte, Sanz Briz salvó a muchos de ellos expidiendo pasaportes y salvoconductos. Defendiendo ante las autoridades nazis que tenían un vínculo con España por ser sefardíes, aunque muchos de ellos no lo fueran. Les dio cobijo en casas que contaban con inmunidad diplomática de la embajada de España. Y cuando él tuvo que abandonar Budapest, un italiano que se hizo llamar cónsul Perlasca, continuó con esta labor en la embajada de España. Las autoridades judías les otorgaron a ambos el título de “Justo de las Naciones” por las numerosas vidas que contribuyeron a salvar del genocidio. 

Pero permitidme que hable aquí de recuerdos de mi propia familia, de mi tío Manolo, un hermano de mi padre, que sobrevivió a más de cuatro años de infierno en Mauthausen y, que si pudo sobrevivir, fue gracias a la solidaridad de sus compañeros: 

Durante el invierno de 1942 tuvieron que trabajar a un ritmo más agotador que el habitual. Tenían que construir una fábrica de armamento en los aledaños del campo. Los horarios de trabajo iban desde la 4 de la madrugada hasta las diez de la noche siguiente, casi sin interrupciones, con temperaturas  de más de 20º bajo cero. En estas condiciones mi tío cayó enfermo, sangraba al toser. Un diagnóstico de tuberculosis habría sido su condena inmediata. Aquella enfermedad contagiosa producía pánico a los nazis y la eliminación de estos enfermos era la práctica habitual en la enfermería de Mauthausen.

Un doctor de origen austriaco se jugó la vida para hacerle una radiografía en los equipos de radiología de los SS. Tuvieron que pasarlo hasta allí camuflado en un contenedor de basura, mientras otro compañero ocupaba su lugar de trabajo en la cantera. Afortunadamente el diagnóstico no fue el de tuberculosis, pero para curar aquella neumonía, las medicinas eran escasas y la mala alimentación y las condiciones de trabajo seguían siendo muy duras. Por eso la red secreta de supervivencia que habían montado los republicanos en Mauthausen funcionó con mi tío como lo hizo con otros muchos. Los que tenían acceso a lugares de trabajo, como la cocina, que permitían robar algunos víveres, los hacían llegar a los compañeros más necesitados, jugándose la vida o exponiéndose a castigos muy severos. Un poco de azúcar, unos gramos de mantequilla o de queso, podían aportar unas calorías suplementarias que ayudarían a salvar muchas vidas. Y si no había suficiente, los más fuertes cedían una pequeña parte de su mísera ración: una cucharada de sopa, un trozo de pan… una migaja que sumada a muchas migajas ayudaban a los compañeros más débiles. 

Estas pequeñeces aportaban algo más de calorías al cuerpo, pero sobre todo contribuían a mejorar la fuerza del espíritu, el estado de ánimo. Sentir este soporte anímico en un entorno tan hostil era de cabal importancia para recuperarse, para seguir sintiendo ganas de sobrevivir. 

Miles y miles de deportados sobrevivieron a aquel infierno gracias a actuaciones solidarias parecidas. Acciones que, en sí mismas nos pueden parecer hoy pequeñas, de magnitud insignificante, pero que alcanzan una grandeza extraordinaria tanto por el riesgo que corrían los que las hacían, como por las dificultades que tenían que superar para llevarlas a cabo. 

Es muy fácil sacar conclusiones de la historia cuando se conoce el desenlace, juzgar el riesgo de las dificultades teniendo sólo el momento presente como referencia. Pero hay que situarse en aquellos lugares de degradación de la condición humana para valorar realmente cada uno de aquellos pequeños actos heroicos de resistenci. ¿Qué haríamos nosotros?... ¿Cómo podemos valorar hoy nuestros actos de  resistencia, de solidaridad, de heroísmo en la sociedad que vivimos?

Como escribió Primo Levi: “Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo, las nuestras también. Por ello, meditar sobre lo que pasó es deber de todos” 

Un resumen del acto en la Aljafería se puede seguir en la nota publicada en la web de las Cortes: