El pasado fin de semana falleció en Castellón, su ciudad natal, Antonio Ballesta a los 102 años de edad. Antonio era uno de los republicanos deportados a Mauthausen que sobrevivió gracias al cambio de nombre que hizo en un momento en que su vida corría peligro cuando iba a ser trasladado desde Mauthausen al campo de Gusen.
La noticia de su fallecimeinto ha sido recogida por diferentes medios de comunicación, entre ellos en "El País" que transcribo:
Antonio Ballesta, el superviviente de Mauthausen que murió dos veces
Antonio Ballesta Martínez figura todavía en la lista de fallecidos del
campo de concentración de Mauthausen, pero en realidad murió definitivamente
este fin de semana en Alicante a los 102 años de edad por una insuficiencia
renal. Ballesta, según confesó años más tarde, logró sobrevivir por puro azar,
ya que intercambió su identidad y su placa con Rafael Millá, quien murió en el
campo de concentración de Gusen en septiembre de 1942. El superviviente solía
decir que prefería “olvidar que odiar” pero sus atroces experiencias en el
campo de concentración le acompañaron durante toda su vida.
Ballesta, hijo de un ferroviario, nació en Albatera (Alicante) en 1910,
cuando comenzó la Guerra Civil se alistó como miembro de la Guardia Nacional
Republicana y recaló en Extremadura, Valencia y Barcelona. Tras la victoria de
Franco huyó a Francia, donde colaboró en la construcción de campos de
refugiados para los exiliados. Pero, en junio de 1940, con la derrota de las
tropas francesas, acabó de prisionero de guerra en manos de los nazis.
Ballesta, en una entrevista publicada en el año 2007 por la Asociación cultural
Alicante Vivo, rememoró las duras condiciones vitales y el trato vejatorio que
sufrió en Mauthausen (Austria) entre los años 1941 y 1945.
Allí fue el preso 4.270. Un número que no olvidó jamás, y aprendió a
pronunciar en perfecto alemán porque de lo contrario recibía un severo castigo.
“Nos daban latigazos con una manguera llena de arena, la pena mínima eran 25
golpes, y a 25 grados bajo cero”, recordaba.
En la localidad francesa de Belfort, preso por los nazis, se enteró que
iban a trasladarle al campo de concentración de Gusen, y dejaba solo a su mejor
amigo en Mauthausen. Entonces, según su testimonio, acordó intercambiar
“destino y suerte” con Rafael Millá, hijo del que fuera alcalde de Alicante
durante la guerra, Rafael Millá Santos, fundador del PCE en Alicante y
destacado líder en la revuelta militar de julio de 1936.
En Mauthausen sufrió todo tipo de calamidades. “Me dieron con una
trenza de cables eléctricos que me quitaron la piel de las nalgas durante
semanas”, recordaba este preso que vio morir a compañeros, pasó frío, hambre y
terror. Tras la Guerra, se instaló en París y contactó con otros españoles en
el exilio para intentar rehacer su vida.
Más referencias al fallecimiento de Antonio Ballesta:
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