domingo, 17 de junio de 2012

"Tanguy. Historia de un niño de hoy" de Michel del Castillo ,


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Tanguy,  el relato novelado de los primeros años de la vida del escritor franco-español Michel del Castillo, no deja indiferente. ¿Biografía novelada o novela biografiada? ¡Qué más da! Se trata de una escritura directa, desgarradora y dramática, como la angustiosa realidad a la que se vio abocado el niño protagonista del relato, reflejo de la propia experiencia del autor.

Michel nació en Madrid en 1933. Cuando comenzó la Guerra de España sus padres estaban separados. Su padre, un burgués conservador, había regresado a Francia de donde era originario y su madre estaba vinculada al Frente Popular. Madre e hijo salieron al exilio francés ante la inminente victoria franquista. En Francia pasaron penalidades y, tras ser denunciados por el padre, fueron encerrados en el campo de concentración de Rieucros (Francia) destinado a acoger prisioneros peligrosos. Michel quedó sólo en Francia y fue deportado a Alemania con tan sólo nueve años. En este segundo campo de concentración conoció el trabajo esclavo, el cansancio, el hambre, el dolor, la amistad y, por encima de todo, la presencia cotidiana de la muerte.

Tras la liberación fue repatriado a España. Sólo y abandonado fue internado en el siniestro asilo Durán en Barcelona, donde el brutal trato y la permanente humillación a que fue sometido nos recuerda la ignominia sufrida en el campo alemán.  Logró escaparse y su dramática epopeya particular  le llevó a Úbeda, a Madrid, Huesca,…. Afortunadamente en su camino se cruzaron almas bondadosas que le tendieron una mano amiga: manos, miradas y palabras que le ayudaron a sobrevivir. Adolescencia y primera juventud en aquella sucia y áspera España, hasta su regreso a Francia con 20 años y con una experiencia que se nos antoja imposible de superar.

Michel del Castillo
Una lectura, la de Tanguy, imprescindible para nuestra juventud. Una inigualable lección de humanidad, de Historia y de consciencia: “en las guerras no hay ganadores ni perdedores, sólo víctimas”. ¿De qué es culpable Tanguy? ¿Qué pecados tuvo que expiar Michel en Francia, en Alemania y en España, entre los nueve  y los dieciocho años?  Cabe mayor injusticia que la sufrida por los millones de niños y niñas víctimas de los pasados y actuales conflictos bélicos, raciales o económicos. El sufrimiento de Tanguy  es una denuncia permanente, un grito desesperado y abrumador ante la maldad, donde hasta los verdugos aparecen también como víctimas propiciatorias para la materialización del mal.

E inevitablemente, tras la lectura, vuelve a surgir de nuevo la pregunta que -por la misma época en que Michel emborronaba sucesivos folios de esta su primera obra literaria- se hacían Alain Resnais y Jean Cayrol el documental  Noche y Niebla” cuando ni el kapo, ni el oficial nazi asumían su responsabilidad: Entonces, ¿quién es el responsable?”.

Entre los artículos que he encontrado en internet, sobre este libro de Michel del Castillo,  quiero destacar los dos siguientes que enlazo. En el primero de ellos (1987), el escritor Manuel Vázquez Montalbán señalaba que Tanguy, tendría que ser un libro de lectura obligatoria en los centros educativos. Una idea que comparto plenamente invitando a hacerlo al profesorado con sensibilidad hacia cualquier tipo de sufrimiento y como un alegato a la solidaridad, a la compasión y al pacifismo. En el segundo (2000), el escritor Juan de Segarra  decía que, si de él dependiese,  el libro “lo vendería también en todas las farmacias de guardia”. Sin duda, una dosis necesaria de conciencia y humildad.

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DEL CASTILLO, Michel, Tanguy. Historia de un niño de hoy, Ed. Ikusager Ediciones, S.A. Vitoria-Gasteiz, 2004

1 comentario:

  1. ¿Qué literatura puede superar a "Tanguy"? ¿Qué personaje literario puede superar a Gunther, o al propio Tanguy? Michel del Castillo es Ana Frank superviviente acabando su diario, o García Lorca salvado milagrosamente en el último momento por un defectuoso tiro de gracia. El premio Nobel ya, para Michel o Miguel que no es ni francés ni español porque los grandes son de toda la humanidad.

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