martes, 16 de agosto de 2011

EJULVE 2011: Proyección “La escuela fusilada”


Como ya viene siendo habitua,l durante las Jornadas introducimos un tema relacionado directamente con la Guerra Civil y en esta edición nos ha parecido conveniente proyectar el documental “La escuela fusilada” dirigido por Iñaki Pinedo y Daniel Álvarez. La proyección, viernes dia 12, se pudo llevar a cabo gracias a la generosidad de uno de sus productores, Jesús A. Calvo, a quien conocí en Terrassa (Barcelona) en unas Jornadas Republicanas celebradas la pasada primavera.

El documental recoge el testimonio de varios maestros depurados después de la Guerra Civil en la zona de León y el de varias hijas de maestros que fueron fusilados, en los meses inmediatos al 18 de Julio, simplemente por ser militantes o haber mostrado simpatía por alguno de los partidos políticos o sindicatos que dieron apoyo al Frente Popular. La aportación de investigadores universitarios, ayudan a situar el fenómeno de la depuración de los docentes españoles por el franquismo en el contexto de la depuración generalizada a la que fueron sometidos las diferentes administraciones del nuevo estado franquista.

Todos los profesores y maestros –como bien se dice en el documental- fueron cesados y tuvieron que pedir el reingreso y demostrar su “inocencia” en alguna de las Comisiones Depuradoras que se crearon en todas y cada una de las provincias españolas. Los informes remitidos por los nuevos alcaldes, por los párrocos, por la Guardia Civil, por los dirigentes falangistas locales, o por personas destacadas de indudable adhesión al “Glorioso Alzamiento Nacional”, eran determinantes para obtener el reingreso a la docencia o para ser expulsado de la profesión.

Fueron varios miles los docentes depurados; el exilio o el haber sido fusilados no les libraba del expediente. Unos 6.000, aproximadamente, fueron expulsados de la docencia. Al final de la década de los 60 –más de veinte años después de ser expedientados- algunos pudieron volver a ejercer su profesión, pero fueron muchos los que no pudieron regresar a las aulas hasta la recuperación de la democracia. Eso sí, sin que se les reconociese ninguna indemnización por los años en que estuvieron apartados de la enseñanza.

“La escuela fusilada” nos muestra cómo la escuela republicana fue una herramienta utilizada por los gobernantes de la República –sobre todo los del primer bienio- para crear ciudadanos republicanos, con sus deberes y con sus obligaciones. Una escuela pública y laica, al servicio de la sociedad, que tenía que llegar a todos los rincones del país, con el objetivo de dignificar la vida de quienes menos posibilidades habían tenido, durante decenios, para acceder a una educación que estaba abandonada en manos de la Iglesia. Esta institución había cuasi monopolizado la educación en nuestro país imponiendo unos contenidos extremadamente conservadores y unos criterios ideológicos y metodológicos totalmente superados en la época a la que nos referimos.

Se desarrollaron políticas educativas ambiciosas, en su afán por dignificar y generalizar la educación pública en España, que supusieron una verdadera revolución en aspectos fundamentales: se construyeron escuelas por todo el territorio nacional, se potenció la formación de los docentes, se implementaron nuevos métodos pedagógicos como la coeducación, el desarrollo de una escuela activa experimental y práctica, la introducción de las lenguas propias, etc. etc.
 
Entre el público asistente a la proyección había varias personas vinculadas directamente a la docencia: jubiladas, en activo y estudiantes de Magisterio. Tras la visión del documental hubo diferentes aportaciones que derivaron hacia la valoración personal de quienes vivimos la experiencia de la escuela local durante la dictadura. La conclusión fue que tuvimos la suerte de contar con maestros que supieron adaptarse a la realidad que les toco vivir: con gran dignidad y profesionalidad,  intentaron ayudar a las generaciones de niños y niñas ejulvinos que pasaron por las aulas de la escuela local. Hubo un recuerdo explícito hacia Doña Alejandrina Temprado, maestra depurada por el franquismo, quien no pudo incorporarse a la escuela de Ejulve hasta los años 60 del pasado siglo; se recordó también la figura de Don Joaquín Navarro por su sensibilidad y trato hacia los alumnos y también hubo un recuerdo para su hermano, Don Pedro Navarro, quien ejerció como maestro en La Zoma y Lécera y tuvo que exiliarse a Francia de donde regresó algunos veranos, una vez restablecida la democracia, y quien defendía que la República la habían traído los maestros convencidos que sólo la educación podía ayudar a prosperar al país, pero que la sociedad y las clases privilegiadas –decía- no estaban preparadas para admitir y asumir los cambios que todo ello implicaba.

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