lunes, 6 de enero de 2014

EDMON GIMENO FONT. Una vida plena de dignidad.


Presentando sus memorias en Ejulve. Agosto de 2007
El nuevo año ha empezado, implacable, llevándose a una persona que transmitía bondad y prudencia en cada uno de los muchos momentos que hemos compartido en los últimos años. Me refiero a Edmon Gimeno Font un amigo que superó, sin odio ni rencor, una historia personal truncada, en plena niñez, como consecuencia de los acontecimientos históricos que vivió. Acababa de cumplir 13 años cuando se produjo el golpe de estado que desencadenó la Guerra de España. En la primavera de 1938, cuando se rompió el frente de Aragón y las tropas franquistas avanzaban sin tregua hacia las tierras del Ebro, toda la familia salió de su Caseres natal –una pequeña población catalana, lindante con las tierras del Matarraña turolense- para buscar refugio en las cercanías de Barcelona. Unos meses más tarde se vieron forzados a salir al exilio y, en Francia, tras pasar por los campos de refugiados junto a miles de republicanos exiliados, pudo reagruparse la familia. 
 

Con la invasión alemana, los Gimeno dieron cobijo y alimento a los resistentes, lo que acarreó consecuencias terribles para Edmon. A finales de 1943 fue detenido por la policía fascista de Vichy y entregado a los nazis, quienes lo alistaron en la TODT, una organización de trabajo obligatorio que esclavizó a millares de ciudadanos europeos. Edmon intentó fugarse y por ello fue trasladado al campo de Compiegne, desde donde fue deportado al de Buchenwald el 27 de enero de 1944. En su testimonio ha explicado la crueldad sufrida durante el trayecto cuando, el centenar de prisioneros de su vagón, fueron obligados a desnudarse, en medio de la noche,  bajo una temperatura que alcanzaría los 10 grados bajo cero y seguir, así, su camino hasta el campo alemán. Ese no sería el peor suplicio al que se vio sometido Edmon, pocas semanas después fue trasladado al campo de Dora donde, en aquellos infernales túneles, padeció las aberrantes condiciones de trabajo que causaron miles de muertos. Vivió en sus propias carnes el trato cruel, las amenazas, asistió horrorizado a las matanzas de prisioneros y también veía, con esperanza, sobrevolar los bombarderos aliados que auguraban una futura e incierta libertad. Trasladado, en abril de 1945, a Bergen-Belsen vivió rodeado por la muerte cotidiana de quienes, enfermos y hambrientos, no pudieron soportar la epidemia de tifus que asolaba el campo. De entre aquellas víctimas inocentes Edmon recordaba, casi en un susurro, la imborrable impresión de las miradas extraviadas de aquellos niños famélicos y enfermos que esperaban la llegada inevitable de una muerte prematura,…

Llegó el día de la libertad y Edmon fue repatriado a Francia en camión. Durante el recorrido conoció, sobre el terreno, la inmensidad de la destrucción ocasionada por la guerra. Tras un largo viaje se reunió con la familia en Perpiñan, pero tuvo que pasar una larga temporada en un hospital para recuperarse del precario estado de salud en que se encontraba, como consecuencia directa de estancia en los campos alemanes. Reanudo sus estudios y regresó a España en 1951, convalidando su licenciatura de Geografía en la Universidad de Zaragoza. La familia tuvo que seguir separada: los padres vivieron en Montpelier y los hermanos Gimeno Font se siguieron en Barcelona, ciudad en la que Edmon desarrolló su labor profesional dando clases en diferentes academias privadas  y, a partir de 1966, como redactor en una editorial.

En Mauthausen ante el monumento a los republicanos.

Edmon contactó con los impulsores de la Amical de Mauthausen, cuyas primeras gestiones las realizaron en 1962 un grupo de supervivientes que habían regresado a España. Ofreció su disponibilidad para colaborar y, de esa forma, intentar que se les reconocieran sus derechos como víctimas del nazismo. Con exquisita prudencia participó de la vida asociativa y durante la última década su experiencia personal y su testimonio es cuando han adquirido mayor notoriedad. A ello ha contribuido, por una parte, su capacidad para narrar los acontecimientos de su vida en unas memorias que redactó personalmente y que fueron publicadas por la Amical de Mauthausen, en 2007, bajo el título “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivències d'un deportat” y, por otra, su participación en los numerosos encuentros con estudiantes, ya sea en los viajes en los que ha participado junto a la Amical para homenajear a las víctimas republicanas en el campo de Mauthausem, o en la sede de la propia asociación; también mediante su participación en numerosos actos de carácter oficial, en las presentaciones que se han hechos de sus memorias, en las entrevistas a la prensa,… 

La sentida y emocionada despedida de los amigos y familiares el pasado día 3, en el pequeño cementerio de Caseres, cerraron el ciclo vital de un hombre prudente y bueno que supo superar, sin amargura, con humildad y dignidad, la injusticia de su sufrimiento en los años de juventud. Jamás entendió cómo en el corazón de la Europa más civilizada pudo desencadenarse tal estado de terror. Con su desaparición, se hace más evidente la orfandad en la que nos quedamos, puesto que Edmon era uno de los últimos republicanos deportados a los campos nazis que todavía podían dar testimonio de aquella experiencia personal y colectiva. Como miembro de la asociación a la que Edmon dedicó una buena parte de su vida, asumo plenamente la declaración de la entidad cuando ayer mismo decía que su ejemplo constituye “un legado que nos reafirma en el compromiso de seguir manteniendo los principios de justicia y libertad por los que él, y tantos millones de ciudadanos europeos, fueron perseguidos, esclavizados, asesinados o deportados a los campos de la muerte, durante aquella década en la que parecía inevitable el dominio absoluto del Reich.”

domingo, 29 de diciembre de 2013

RECORDANDO A LOS CANFRANEROS DEPORTADOS: Luis Maldonado y Teodoro Troitiño


Colocación de la placa en Canfranc (julio 2013)
Durante los últimos años en diferentes localidades aragonesas, se han realizado homenajes, jornadas o se han colocado placas con el nombre de las víctimas republicanas asesinadas durante la Guerra de España o en la posguerra.  En algunas de estas placas se nombran a las personas que fueron deportadas a los campos nazis y también encontramos lugares donde, bien sea por la sensibilidad y compromiso de las corporaciones locales, por los familiares o por particulares interesados, se ha querido recordar específicamente a aquellos vecinos que sufrieron, durante su exilio, la deportación a los campos de la muerte alemanes. Ese es el caso de la población de Canfranc donde, mediante subscripción popular, el pasado mes de julio, se colocó una placa en la Casa de Cultura en recuerdo de los dos canfraneros que fueron deportados a los campos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa se había ido concretando a finales del año anterior y para su difusión los promotores abrieron una cuenta en una red social (https://www.facebook.com/CanfrancMemoria), para difundir aquella idea inicial que tenía “como objetivo rendir homenaje a la memoria de dos vecinos de Canfranc (Luis Maldonado Aragüés y Teodoro Troitiño Álvarez) asesinados en los campos de exterminio nazis por sus actividades políticas”. La iniciativa también explicitaba otro objetivo, no menos importante, con proyección de futuro como era el “que las atrocidades que sufrieron no caigan jamás en el olvido”. En el siguiente enlace se puede visualizar un vídeo del momento:
Como aportación al conocimiento concreto de estos dos vecinos de Canfranc, me ha parecido oportuna dedicarles esta entrada del blog. Más aún, cuando de uno de ellos, Luis Maldonado, hoy se cumple el aniversario de su fallecimiento en Gusen (29 de diciembre de 1942) y también porque la nota biográfica de Teodoro es una de las que recogí en el libro “Itinerarios y entidades. Republicanos aragoneses deportados a los campos nazis”

Luis Maldonado Aragüés: De la identidad de este canfranero poseemos muy pocos datos. Sabemos que había nacido 25 de agosto de 1913 y que participó en la Guerra obteniendo el grado de sargento del cuerpo de artillería a principios de 1937. Su itinerario en el exilio debió ser paralelo al de la mayoría de los republicanos que fueron deportados a Mauthausen: campos del sur de Francia, detención por los alemanes en la primavera de 1940, internamiento en un campos de prisioneros de guerra (stalags),… Luis estuvo preso en stalag VII A ubicado en las cercanías de la población de Moosburg y desde allí fue deportado al campo austríaco en el primer convoy de republicanos con destino a Mauthausen, donde ingresó con la matrícula 3368 el 6 de agosto de 1940. Permaneció en el campo central hasta su traslado al cercano campo de Gusen el 17 de febrero de 1941 (matrícula 9977) donde penó hasta su muerte el 29 de diciembre de 1942, a los 29 años de edad. Su padre José Maldonado Macías residía en Francia en la localidad de Vernoy, situada al sur de París.

Placa colocada por el conde Renaud en Hecho
Teodoro Troitiño Álvarez (Tino) : Gracias a los listados de la FMD conocíamos su nacimiento en Canfranc, su deportación al campo de Neuengamme y la fecha de su muerte en el de Ravensbruck  y-  reapareció de nuevo, de una forma inesperada al encontrar en Internet un referencia sobre la colocación de una placa en 1999, en la villa de Hecho, para dejar constancia del agradecimiento del conde Renaud de Changry a quienes le ayudarona cruzar la frontera francesa, en febrero de 1944. La búsqueda en la Red nos llevó a un artículo de Adela Alcázar González publicado en la revista Jacetania (nº 14) y a su vez a una comunicación presentada por ella misma en el VII Congreso de Caminalia, cuyos texto respondían a la curiosidad despertada en la autora sobre la historia que ocultaba aquella placa y que nos ha dado un visión indirecta pero significativa sobre la personalidad de Teodoro, cuyo nombre completo era Teodoro Troitiño Álvarez y nació en Canfranc el 24 de abril de 1917. Su padre, José Troitiño, era originario de Pereira (Pontevedra) y su madre, María Álvarez, había nacido en Riudecañas (Tarragona). El padre era cantero y el domicilio familiar lo tenían en Los Arañones,  donde se estaba construyendo la estación internacional.
Desconocemos todo sobre la infancia y primera juventud de Teodoro, así como el destino de su familia. En 1944 Teodoro residía en la población francesa de Accous situada a unos 30 kilómetros al norte de Canfranc. Aunque también cabe la posibilidad que su presencia en el país vecino fuese consecuencia del exilio republicano.

El conde Renaud de Changry, huyendo de los alemanes, desde Bélgica se dirigió a los Pirineos con la intención de llegar a Inglaterra a través de España y Portugal. Su peripecia y la del grupo que se formó en Pau, la hemos conocido gracias a los artículos citados donde Teodoro (Tino) figura como uno de los dos guías que les ayudó a cruzar la cordillera a principios del mes de febrero de 1944. El grupo, compuesto por 23 personas de diferentes nacionalidades, vivió momentos de peligro en los que Teodoro dio muestras suficientes de arrojo y valentía tanto para enfrentarse a las dificultades del trayecto, como para zafarse de las patrullas alemanas en medio de la noche y de la niebla. Lograron su objetivo y por el Puerto de Palo llegaron hasta el Valle de Hecho, en cuyas inmediaciones se despidieron de Teodoro que tomó el camino de regreso a Francia.

Unos meses más tarde Teodoro fue detenido por la policía alemana, con documentación comprometida, y corrió la suerte de otros muchos resistentes que habían caído en manos de los nazis. El 4 de junio de 1944 fue deportado al campo de Neuengamme, desde donde fue transferido al de Ravensbruck. Fue en este campo donde halló la muerte el 24 de abril de 1945, el mismo día en que cumplía 28 años. Tan sólo faltaban unas jornadas para la llegada de las tropas americanas que liberaron el campo.

sábado, 16 de noviembre de 2013

REENCUENTRO EN EL INFIERNO: Brigadistas y republicanos en los campos nazis (II)



Hans Landauer y Pascual Castejón, en Calanda
(La última entrada del blog estaba dedicada a la coincidencia de los Brigadistas con los republicanos deportados al campo de Mauthausen, mencionando alguno de los ejemplos recogidos en los testimonios de diferentes supervivientes. En la entrada de hoy recordamos la coincidencia, en otros campos nazis, de aquellos luchadores antifascistas internacionales con los republicanos deportados)

En otros campos nazis, además del de Mauthausen, también hubo una estrecha colaboración y ayuda mutua  entre brigadistas y republicanos españoles. Sirva como ejemplo el campo de Dachau. Los republicanos que fueron deportados a este campo -situado en las proximidades de Múnich- llegaron procedentes de las prisiones francesas, tras haber sido detenidos como resistentes, o transferidos desde otros campos. El 8 de septiembre de 1942 un centenar de españoles fue trasladado desde Mauthausen, en uno de los “transportes fantasmas”, hacia un destino desconocido -que muy bien podía haber sido la cámara de gas del castillo de Hartheim- pero fueron conducidos hasta Dachau por razones que los propios deportados nunca llegaron a explicarse. Su situación era lamentable, se encontraban desfallecidos, enfermos, exhaustos,…y esos  fueron los motivos por los que habían sido “seleccionados”. Todo indicaba que su fin se hallaba próximo pero, al ser identificados por un grupo de brigadistas, su suerte cambió radicalmente: Pascual Castejón (Calanda 1916-2005) se emocionaba al recordar su encuentro con “Juanito”, un brigadista internacional que había estado en su casa durante la Batalla de Teruel  y que era amigo de su hermano: “Aquel día –decía Pascual- volví a nacer”. “Juanito” no era otro que el nombrado Hans Landauer quien, junto a otros “internacionales” realizó una encomiable labor solidaria, no exenta de peligros, hacia los republicanos que iban llegando a Dachau. El asturiano Prisciliano García  citaba, agradecido, en sus memorias a los brigadistas Oskar Neumann, Bruno Furch, Antón Hackl, Eric Hubmann y al propio  Landauer. 

  
DL / ARCHIVO
Hans Landauer, a la derecha. Foto: diariodeleon.es
Con la liberación de Dachau, en abril de 1945, cuando se desbordaron las emociones y renacían nuevas esperanzas de vida y de libertad, una treintena de republicanos firmaron una tarjeta de agradecimiento en la que escribieron: “a nuestro estimado amigo Hans Landauer como recuerdo de nuestro internamiento en el campo de Dachau. Una amistad solidaria que trascendió más allá de campo: Pascual Castejón, en Calanda, enseñaba con orgullo, en el verano de 2004, una fotografía reciente con su amigo “Juanito” que acompaña esta entrada. Y significativo es el caso del citado Prisciliano , quien salió del campo con muchos problemas de salud, lo que le acarreó una muerte temprana, en junio de 1949: el asturiano había dejado en manos de su amigo Hans unas memorias que el brigadista conservó durante años, hasta que fueron publicadas en España en 2005, bajo el título "Mi vida en los campos de la muerte" y en cuya presentación tuvo un papel destacado el propio Hans. ( foto)

La camaradería, forjada en la lucha contra el fascismo  en los frentes de batalla españoles, se consolidó en el exilio y, también, entre quienes coincidieron en los campos nazis. La relación se ha mantenido desde aquella lejana primavera de 1945, cuando se liberaron los campos, hasta nuestros días. Han sido muchas las ocasiones en que se ha evidenciado esta recíproca comunión a lo largo del exilio republicano. Es suficiente, para demostrarlo, el recuerdo de las palabras que el nombrado Arthur London pronunció durante la inauguración del monumento a los españoles en el campo de Mauthausen el día 5 de mayo de 1962:

fieles a sí mismos, nuestros hermanos los españoles, estuvieron enter los primeros y los mejor organizados de la resistencia ilegal y de la solidaridad internacional en el campo. El elevado valor moral, el coraje y el espíritu combativo, la unión antifascista contra los SS de los deportados republicanos españoles formada por socialistas, comunistas, republicanos y anarquistas constituyó una aportación de primer orden en nuestra lucha clandestina en el campo (…) Nuestros hermanos españoles que sobrevivieron a la barbarie fascista no han conocido como nosotros la alegría de la liberación de su patria y el retorno a sus casas, diecisiete años después del final de la guerra, ellos están obligados, todavía, a vivir en el exilio”.