sábado, 31 de enero de 2015

RAMÓN CUESTA AÍNA: un futbolista en Mauthausen.


Ramón Cuesta Aina
Ramón Cuesta Aína nació, el 25 de marzo de 1913, en el barrio zaragozano de El Portillo en el seno de una familia humilde. Su padre, Ángel María Cuesta trabajaba de albañil, “cuando había trabajo” y su madre, Josefa Aína, era portera en una finca de la calle Castillo, donde nacieron varios de los once hijos del matrimonio. Ángel, el padre, falleció con poco más de cuarenta años y su viuda tuvo que hacerse cargo de los hijos en un entorno de extrema pobreza. La niñez de Ramón -y la de sus numerosos hermanos- transcurrió entre la escuela del barrio y la cercana la plaza de toros, donde solía torear un primo novillero, para conseguir algún ingreso alquilando almohadillas a los aficionados.
Según Rosa Cuesta, la sobrina de Ramón que nos ha contado los recuerdos sobre su tío,  “era muy aficionado al deporte y poseía una fuerte constitución física, la natación y el fútbol eran sus grandes aficiones, era capaz de cruzar el Ebro a nado y jugaba en uno de los equipos de fútbol de la ciudad”. Por sus habilidades con el balón, fue seleccionado para formar parte del equipo de futbolistas que participaría en la Olimpiada Popular de Barcelona que se iba a celebrar entre el 19 y el 26 de julio de 1936. Unas Olimpiadas que surgieron como una protesta por la celebración de los Juegos Olímpicos oficiales en Berlín durante la primera quincena del mes de agosto.

Ramón se desplazó a la Ciudad Condal desde Zaragoza y allí le sorprendió el golpe de estado del 18 de julio. La capital aragonesa quedó en poder de los golpistas y Ramón ya no pudo regresar a su casa. Lo que empezó siendo un ilusionante viaje deportivo se convirtió en una larga ausencia de veinticinco largos años que fueron los que transcurrieron hasta que pudo volver a transitar por las calles y espacios que le habían visto crecer y formarse en su niñez y juventud.

Desconocemos cuáles fueron los destinos y su participación en la Guerra de España, pero su itinerario vital estuvo condicionado, inevitablemente, por aquellos acontecimientos. Como  uno más de los refugiados republicanos estuvo internado en los campos del  sur de Francia, desde donde salió en la 77ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, para evitar ser devuelto a la España franquista.  En mayo de 1940, los alemanes invadieron Francia cuyas defensas se desmoronaron estrepitosamente en pocas semanas. Detenido en la región de los Vosgues, junto a otros republicanos que huían del avance de los alemanes,  Ramón fue internado en varios campos de prisioneros ubicados en territorio francés: en el frontstalag 140, en la localidad de Belfort y en al frontstalag 141, en Vesoul. Desde éste último se dispuso su deportación a Mauthausen y junto a otros 67 republicanos fue inscrito en el campo austríaco el día 8 de agosto de 1941.
En Mauthausen, poco a poco, los españoles desarrollaron diferentes estrategias de resistencia y colaboración. Crearon fórmulas para relacionarse y entretenerse con el objetivo de cohesionarse como grupo, de relacionarse fuera del estricto control de los kapos y fortalecer, de esa forma, la maltrecha confianza en sí mismos. El boxeo, la música y las competiciones de fútbol fueron prácticas habituales en el campo austríaco una vez que la situación de los españoles en Mauthausen se hubo estabilizado tras haber superado el primer año y medio, tiempo en el que fallecieron la mayor parte de los republicanos que habían sido transferidos a Gusen. Navazo, Pérez Galindo, Marcelino Pascal, Antonio Cerdán, Julio Casabona,… fueron algunos de los republicanos que formaron parte, en un momento u otro, del equipo de fútbol de los republicanos españoles, en unas competiciones que se solían organizar los domingos por la tarde

Equipo de fútbol de los republicanos en Mauthausen. Ramón es el tercero por la derecha de la primera fila.
Ramón, según su sobrina, se salvo gracias a que “era muy buen jugador de fútbol” y por ello, apunta, fue destinado a las cocinas del campo donde sabemos era más fácil obtener un complemento alimenticio, tan necesario en aquellas circunstancias, lo que le permitió recuperar las esperanzas de cara al futuro más inmediato.

Junto a sus compañeros republicanos supervivientes, Ramón fue repatriado a Francia donde fue atendido y fueron cubiertas sus necesidades básicas. Con el paso del tiempo acabó instalándose definitivamente en Francia al comprobar que el de Franco era el único régimen fascista que pervivía y se mantenía tras la derrota de Alemania y Francia. 

Obtuvo la nacionalidad francesa lo cual le permitió normalizar su vida cotidiana y regresar a su Zaragoza natal, el año 1961 tras veinticinco años de ausencia.  Al ser identificado “por la policía en la estación del Arrabal  fue increpado como otro rojo que volvía, pero enseñó su pasaporte francés y así pudo llegar a su casa y abrazarse con la familia”. Hubo más encuentros familiares en Zaragoza y en la localidad de Revel (Francia), donde se había instalado con su familia y donde falleció a principios de la década de los 80.

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