Ramón Cuesta Aina |
Ramón Cuesta Aína nació, el 25 de marzo de 1913, en
el barrio zaragozano de El Portillo en el seno de una familia humilde. Su padre,
Ángel María Cuesta trabajaba de albañil, “cuando había trabajo” y su madre,
Josefa Aína, era portera en una finca de la calle Castillo, donde nacieron
varios de los once hijos del matrimonio. Ángel, el padre, falleció con poco más
de cuarenta años y su viuda tuvo que hacerse cargo de los hijos en un entorno
de extrema pobreza. La niñez de Ramón -y la de sus numerosos hermanos-
transcurrió entre la escuela del barrio y la cercana la plaza de toros, donde
solía torear un primo novillero, para conseguir algún ingreso alquilando
almohadillas a los aficionados.
Según Rosa Cuesta, la sobrina de Ramón que nos ha
contado los recuerdos sobre su tío, “era
muy aficionado al deporte y poseía una fuerte constitución física, la natación
y el fútbol eran sus grandes aficiones, era capaz de cruzar el Ebro a nado y
jugaba en uno de los equipos de fútbol de la ciudad”. Por sus habilidades con
el balón, fue seleccionado para formar parte del equipo de futbolistas que participaría
en la Olimpiada Popular de Barcelona que se iba a celebrar entre el 19 y el 26
de julio de 1936. Unas Olimpiadas que surgieron como una protesta por la
celebración de los Juegos Olímpicos oficiales en Berlín durante la primera
quincena del mes de agosto.
Ramón se desplazó a la Ciudad Condal desde Zaragoza
y allí le sorprendió el golpe de estado del 18 de julio. La capital aragonesa quedó
en poder de los golpistas y Ramón ya no pudo regresar a su casa. Lo que empezó
siendo un ilusionante viaje deportivo se convirtió en una larga ausencia de
veinticinco largos años que fueron los que transcurrieron hasta que pudo volver
a transitar por las calles y espacios que le habían visto crecer y formarse en
su niñez y juventud.
Desconocemos cuáles fueron los destinos y su
participación en la Guerra de España, pero su itinerario vital estuvo
condicionado, inevitablemente, por aquellos acontecimientos. Como uno más de los refugiados republicanos estuvo
internado en los campos del sur de
Francia, desde donde salió en la 77ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, para
evitar ser devuelto a la España franquista. En mayo de 1940, los alemanes invadieron
Francia cuyas defensas se desmoronaron estrepitosamente en pocas semanas.
Detenido en la región de los Vosgues, junto a otros republicanos que huían del
avance de los alemanes, Ramón fue internado
en varios campos de prisioneros ubicados en territorio francés: en el frontstalag 140, en la localidad de
Belfort y en al frontstalag 141, en
Vesoul. Desde éste último se dispuso su deportación a Mauthausen y junto a
otros 67 republicanos fue inscrito en el campo austríaco el día 8 de agosto de
1941.
En Mauthausen, poco a poco, los españoles
desarrollaron diferentes estrategias de resistencia y colaboración. Crearon
fórmulas para relacionarse y entretenerse con el objetivo de cohesionarse como
grupo, de relacionarse fuera del estricto control de los kapos y fortalecer, de esa forma, la maltrecha confianza en sí
mismos. El boxeo, la música y las competiciones de fútbol fueron prácticas
habituales en el campo austríaco una vez que la situación de los españoles en
Mauthausen se hubo estabilizado tras haber superado el primer año y medio,
tiempo en el que fallecieron la mayor parte de los republicanos que habían sido
transferidos a Gusen. Navazo, Pérez Galindo, Marcelino Pascal, Antonio Cerdán, Julio
Casabona,… fueron algunos de los republicanos que formaron parte, en un momento
u otro, del equipo de fútbol de los republicanos españoles, en unas
competiciones que se solían organizar los domingos por la tarde
Equipo de fútbol de los republicanos en Mauthausen. Ramón es el tercero por la derecha de la primera fila. |
Ramón, según su sobrina, se salvo gracias a que “era
muy buen jugador de fútbol” y por ello, apunta, fue destinado a las cocinas del
campo donde sabemos era más fácil obtener un complemento alimenticio, tan
necesario en aquellas circunstancias, lo que le permitió recuperar las
esperanzas de cara al futuro más inmediato.
Junto a sus compañeros republicanos supervivientes, Ramón
fue repatriado a Francia donde fue atendido y fueron cubiertas sus necesidades
básicas. Con el paso del tiempo acabó instalándose definitivamente en Francia
al comprobar que el de Franco era el único régimen fascista que pervivía y se
mantenía tras la derrota de Alemania y Francia.
Obtuvo la nacionalidad francesa lo cual le permitió
normalizar su vida cotidiana y regresar a su Zaragoza natal, el año
1961 tras veinticinco años de ausencia.
Al ser identificado “por la policía en la estación del Arrabal fue increpado como otro rojo que volvía, pero enseñó
su pasaporte francés y así pudo llegar a su casa y abrazarse con la familia”.
Hubo más encuentros familiares en Zaragoza y en la localidad de Revel (Francia),
donde se había instalado con su familia y donde falleció a principios de la
década de los 80.
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