El Periódico de Aragón | Jueves, 29 de enero de 2015
JUAN M. Calvo 29/01/2015
Como
ya es tradicional desde el año 2005, cuando la Asamblea General de las
Naciones Unidas resolvió instituir el 27 de enero como Día Internacional
de Conmemoración anual en memoria de las Víctimas del Holocausto,
durante estas fechas se llevarán a cabo numerosos actos en muchos países
y en diversas instituciones de carácter representativo con la finalidad
de "ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro" como había
quedado reflejado en aquella resolución. El tema central de los actos de
este año gira en torno al concepto "Vida, libertad y el legado de los
supervivientes del Holocausto" y coincide con el 70 aniversario de la
liberación de los campos nazis. Un proceso que se iniciaba el día 27 de
enero de 1945 con la liberación del campo de Auschwitz (Polonia) por
parte del Ejército Rojo (Unión Soviética) y culminaba con la liberación
del campo de Mauthausen y sus comandos (Austria) el 5 de mayo de 1945
por la tropas norteamericanas.
Han pasado, es cierto, muchos años
desde que Europa se vio convulsionada por el drama de la Segunda Guerra
Mundial y sus múltiples consecuencias. Entre ellas, el exterminio
sistemático de millones de personas en el corazón de la vieja Europa
fue, sin duda, el fenómeno que más ha determinado el devenir de la
historia común europea. Tanto por el alcance cuantitativo del número de
víctimas a las que se les aplicó diversos programas de exterminio
planificados con una extraordinaria meticulosidad industrial, como por
las múltiples repercusiones que ha tenido posteriormente en el
pensamiento filosófico, en la acción política, en la sociología, en la
literatura... y en la conciencia ciudadana colectiva. Y es por eso que
tiene sentido continuar hoy, después de estas décadas de distancia con
aquellos acontecimientos, con el recuerdo de lo sucedido, del merecido
reconocimiento hacia las víctimas, de la denuncia de la deportación y
del asesinato masivo de millones de personas en aras de la preeminencia
de una ideología fanática, totalitaria y excluyente.
Es
significativo e importante el lema común elegido para las celebraciones
de este año. La recuperación de la vida y de la libertad de los hombres y
mujeres que lograron sobrevivir a las políticas de exterminio nazi es
lo que nos ha permitido conocer, de primera mano, la crueldad de la
experiencia a la que se vieron arrastrados millones de seres --no hay
que olvidarlo-- en el corazón de la aquella vieja Europa culta,
desarrollada y civilizada. El testimonio --"la memoria viva"-- de estos
supervivientes tiene un valor moral incalculable, la transmisión sincera
de sus experiencias nos pone delante de una realidad inabarcable e
incomprensible para quienes las escuchamos desde nuestra cómoda
perspectiva actual. Siendo conscientes también --parafraseando a Primo Levy--
que nunca llegaremos conocer el profundo sentimiento de las verdaderas
víctimas del exterminio, puesto que su experiencia acabó en medio de la
desesperación, los gritos desgarradores y la locura en el interior
tenebroso de una cámara de gas.
En estos momentos, en que se
extingue inexorablemente la voz de los supervivientes, es cuando se hace
más necesaria la pervivencia y la difusión de su mensaje. Es cierto
que, durante las últimas décadas, se ha realizado una importante labor
para conservar su testimonio como un valioso patrimonio que nos puede
ayudar a concienciarnos y a posicionarnos ante actitudes políticas y
sociales actuales que son, sin duda alguna, preocupantes. El
conocimiento de lo que sucedió en otras circunstancias históricas, donde
también se culpabilizó a los diferentes y a los más débiles de las
causas de una crisis generalizada, ha de ayudarnos a tomar posiciones
críticas y no equivocarnos en la identificación del enemigo común,
evitando, así, poner en riesgo la convivencia en una sociedad tan
compleja como la actual.
En nuestra asociación --la Amical de
Mauthausen y otros campos-- somos conscientes de cuáles son nuestros
orígenes, de dónde venimos y cuál es nuestra historia después de que
hayan transcurrido más de 50 años desde su fundación. Está claro que
seguimos trabajando, permanentemente, para preservar la memoria de los
republicanos deportados a los campos nazis. Memoria, sí, pero
perspectiva de futuro, también. Por eso, recientemente, hemos querido
reafirmar, de forma explícita, este compromiso aprovechando el marco de
la asamblea anual --celebrada en Mequinenza el pasado mes de octubre--
en la que por primera vez no hubo la presencia de supervivientes y
donde, por aclamación de los presentes, se aprobó una declaración que
renovaban nuestros objetivos dando una nueva perspectiva a los definidos
en 1962 por los supervivientes republicanos que la fundaron. En
definitiva asumir el mantenimiento de la memoria y de la dignidad de las
víctimas del pasado, pero con la convicción de que el análisis de su
legado nos será muy útil para afrontar los retos complejos y
contradictorios del mundo actual.
El pasado 27 de enero, tuvo
lugar en el Palacio de la Aljafería el acto central de este Día
Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, organizado por
Amical de Mauthausen y Rolde de Estudios Aragoneses.
Historiador. Amical de Mauthausen
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