domingo, 5 de mayo de 2013

MAUTHAUSEN: 68 aniversario de la liberación


Hoy se cumple el 68 aniversario de la liberación del campo de Mauthausen. Los internos eran testigos del cambio que se estaba produciendo desde hacía algunos días: los SS habían destruido una buena parte de la documentación que acreditaba el funcionamiento del campo y  abandonaron la vigilancia del recinto que pasó a manos de  un destacamento de la policía de Viena. La situación era confusa, contradictoria, plagada de temores y miedos, por si los SS regresaban con la intencionalidad de producir una masacre..
Recibimiento a las tropas americanas en la appellplatz de Mauthausen
Entre los miles de prisioneros del campo, unos 2.000 españoles habían logrado sobrevivir desde que había comenzado su deportación,  procedentes de los stalas, el 6 de agosto de 1940. A lo largo de los dos próximos años unos 7.000 republicanos habían ido llegando al campo austríaco en transportes muy diversos: pequeños grupos, en convoyes con varios centenares que, en algunos casos, llegó a los 1.500 republicanos en un solo viaje.

Aquellos momentos quedaron grabados para siempre en la memoria de quienes tuvieron la suerte de vivirlos directamente. De entre todas las descripciones transmitidas por los supervivientes de lo sucedido en aquellas horas, copiamos la narración recogida en el libro “Triángulo Azul”[1]:

5 de mayo de 1945. Durante toda la mañana prosiguieron las negociaciones con nuestros nuevos guardianes que no se atrevían a comprometerse y tenían miedo de deponer las armas; sin embargo, teníamos la certeza de que, si el campo era atacado, no se opondrían a que nosotros nos hiciésemos cargo de su defensa.

  A las 13 h 14 min, tres o cuatro vehículos blindados con el distintivo americano se presentaron inopinadamente. Se originó una oleada de entusiasmo en la enorme masa humana recluida en el campo. Pero esas fuerzas aliadas no eran más que una avanzadilla de la vanguardia americana y hacia las 17 h regresaron a su base, que se hallaba situada a unos 30 kilómetros de Mauthausen, cerca de Linz, dejando al campo en plena efervescencia.

  El AMI recibió de inmediato la orden de adueñarse a la fuerza de las armas y de asumir la responsabilidad del orden  dentro del campo.

  La situación era bastante confusa y peligrosa. La lucha había cesado en el oeste, dado que los alemanes ya no ofrecían resistencia organizada a los americanos; pero, unos 50 o 60 kilómetros al este y al sureste, proseguía aún la lucha encarnizada. Poderosas unidades SS, mandadas por Bachmayer y otros verdugos cuyas terribles hazañas eran bien conocidas en el campo, se hallaban a menos de diez kilómetros de distancia. Sabíamos sobradamente de lo que eran capaces y, caso de que se batiesen en retirada, temíamos que se ensañasen con nosotros.

  La policía de Viena se dejó desarmar sin oponer resistencia. Sus oficiales huyeron y los agentes, más bien satisfechos de salir tan bien parados, se alejaron de aquel lugar donde tantos crímenes habían sido cometidos. No les fue hecho el menor daño. Incluso, varios de ellos solicitaron constituirse prisioneros para no correr el riesgo de encontrase con SS que les podrían pedir cuentas.

  En menos que canta un gallo, las torres de vigilancia y el frontón de la puerta monumental quedaron cubiertos de carteles en honor de los ejércitos aliados y de banderas surgidas como por arte de magia. En el mástil principal, donde unos días antes aún ondeaba el siniestro estandarte negro con calavera, ondea ahora alegremente la bandera de la República española. ¡Ah! ¡Ojalá hubieseis podido ver vosotros, queridos camaradas que habéis perdido la vida en este infierno este grandioso espectáculo que hubiese constituido vuestra venganza y vuestro eterno consuelo…!

Mauthausen fue el último de los grandes campos nazis liberados, siguiendo una cronología que había empezado el 27 de enero de 1945, con la liberación del campo de Auschwitz por el Ejército Rojo. La tragedia humana de la deportación fue publicitada por las fuerzas liberadoras, mostrando al mundo la horrible realidad que se encontraron las tropas aliadas al entrar en los recintos de muerte: las imágenes de Bergen-Belsen, Buchenwald, Dachau, Mauthausen,… dieron la vuelta al mundo mostrando la verdadera cara del nazismo, como una muestra más de los masivos crímenes cometidos contra la humanidad, en el corazón de la civilizada Europa, durante aquella década donde el dominio del totalitarismo nazi-fascista intentó hacerse universal.

[1] M. CONSTANTE y M. RAZOLA: Triángulo  Azul. Los republicanos españoles en Mauthausen. Gobierno de Aragón, Zaragoza, 200. (pp.162-163)

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