Este libro del historiador Marc Bloch (Lyon, 6-7-1886–Saint-Didier-de-Formans, 16-6-1944) fue escrito entre julio y septiembre de 1940, su redacción se inició, pues, tan sólo unas semanas después de la debacle francesa, producida como consecuencia de la invasión alemana en la primavera de 1940. El texto es un análisis -desde una óptica muy crítica- de las diferentes causas de la humillante derrota de un ejército, y de un estado, que resultaron incapaces de organizar una defensa eficaz, ante la amenaza de los movimientos de la Wehrmach, durante los meses anteriores a la invasión.
Entre todos los argumentos y ejemplos utilizados por el historiador francés, para denunciar la pervivencia de unas estructuras estatales anquilosadas y totalmente obsoletas para enfrentarse a las nuevas estrategias diseñadas por los alemanes, nos quedamos con la siguiente:
“.. en el curso de caballería de la Escuela de Guerra se enseñaba que los tanques, cuyo valor defensivo era mediocre, eran prácticamente inútiles para la ofensiva; porque (…) estimaban que los bombardeos de la artillería eran mucho más eficaces que los de los aviones, sin tener en cuenta que los cañones requieren que se traigan sus municiones de muy lejos mientras que los aviones van por sí solos, volando, a buscar las suyas; en una palabra, porque nuestros jefes, sumidos en un mar de contradicciones, pretendieron ante todo repetir en 2940 la guerra de 1914-1918. Los alemanes, en cambio, libraron una guerra propia de 1940” (p.71)
El Estado Mayor se mostró inoperante tras los primeros días de combate, las líneas francesas defensivas fueron superadas de forma vertiginosa por los alemanes y la retirada hacia el interior de unidades militares desconcertadas eran la premonición de “la extraña derrota” que, por inesperada, causó aún más asombro entre los confiados patriotas franceses que esperaban una guerra de posiciones defensivas estables y un amplio territorio, en la retaguardia, alejado de los escenarios bélicos, como había sucedido en la guerra anterior; una percepción que estuvo muy alejada de lo que sucedió en realidad:
“…el bombardeo aéreo y la guerra de velocidad han sembrado el desconcierto total… No hay cielo que no esté preñado de amenazas y la fuerza de penetración de los elementos motorizados se ha comido la distancia. Cientos de personas murieron en unos pocos minutos en la bretona Rennes, donde todavía ayer se consideraban tan a resguardo como en el centro de América. Las carreteras de la región de Berry han sido barridas por la metralla que no distingue entre soldados y niños”.
Y todo ello, que no había sido previsto ni intuido por los estadistas, los militares y por la población en general, es lo que ya se había visto en otro escenario próximo -en el espacio y en el tiempo- como había sido el ensayo de la guerra de España y el avance de los alemanes en Polonia a partir de la invasión de territorio polaco en septiembre de 1939:
“¿No nos habían hecho desfilar ante los ojos en el cine las atroces imágenes de la España en escombros? No nos habían narrado bastante, un reportaje tras otro, el martirio de las ciudades polacas?”.
En el texto se aducen otros motivos que explican algunas de las causas de la debacle: la falta de implicación de las masas proletarias en la defensa de la nación, una burguesía que “cerraba con demasiada pereza los ojos”; una cierta complacencia de los partidos derechistas con la Alemania hitleriana; las contradicciones de las organizaciones marxistas; una educación preocupada por “un humanismo a la antigua” o un gusto “inmoderado por las novedades” que no fue capaz de educar la inteligencia crítica de los alumnos;….. En definitiva, la derrota francesa culminó con la entrada de los alemanes en París el 14 de junio de 1940, tan sólo un mes después de haberse producido la invasión, y la partición de Francia en dos mitades con la firma del armisticio el 22 de junio de 1940.
Como hemos dicho, el texto se escribió entre el verano y el otoño de 1940, los párrafos finales son elocuentes respecto la humillante situación de Francia y las dudas respecto a la lucha por la liberación del territorio, que sólo podría venir contando con la ayuda imprescindible de los aliados:
“Hoy nos encontramos en la horrenda situación de que la suerte de Francia ha dejado de depender de los franceses. Desde que las armas que no teníamos empuñadas con suficiente solidez se nos cayeron de las manos, el prevenir de nuestro país y nuestra civilización es objeto de una lucha en la que la mayoría de nosotros no somos más que espectadores un poco humilladlos”.
(…) No sé cuándo llegará el momento en que, gracias a nuestros aliados, podremos recuperar el control de nuestro sino. ¿Se irán liberando fracciones de territorio una detrás de otra? ¿Se irán formando, en oleadas consecutivas, ejércitos de voluntarios que respondan al llamamiento de la patria en peligro? ¿Surgirá en algún lugar un gobierno autónomo que se irá extendiendo por doquier como una mancha de aceite? ¿O nos levantaremos al unísono en un arrebato total?.
Afirmaba que no sabía cuál de ellas sería la respuesta adecuada, aunque, concluía, que sólo con el sacrificio y la lucha de una nueva generación se podría recuperar la dignidad perdida de los franceses y de su patria.
***
Marc Bloch, cofundador en 1929 de la revista Annales, fue un historiador que ha ejercido una gran influencia en la historiografía contemporánea. Su implicación activa en la lucha clandestina contra los alemanes lo convirtió en una víctima más de la Resistencia: tras evadirse a Inglaterra en 1940, volvió a la Francia de Vichy, a pesar de su condición de judío, fue rehabilitado y pudo ejercer como profesor universitario en Clermond-Ferrand. Entró en contacto con la Resistencia y jugó un papel destacado en el Directorio que intentaba unificar los diferentes grupos resistentes. Fue detenido por la Gestapo en marzo de 1944, sufrió torturas y ejecutado, junto a un grupo de resistentes, el 16 junio en la población de Saint-Didier-de-Formans.
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