Segundo Espallargas. Urrea de Gaen, 2006 |
Publicado en Heraldo de Aragón (2-08-2012)
Montserrat Llor, periodista y amiga, ha sido una de las últimas personas en entrevistarle y en la semblanza que hizo de Segundo Espallargas ("Paulino"), tan sólo hace unos meses (EL País 27-05-2012), ya señalaba que se encontraba debilitado, aunque aún era capaz de mostrar instantes de aquella fortaleza que le permitió sobrevivir al infierno de Mauthausen. Ha sido la propia Montserrat quien nos ha comunicado la noticia de su fallecimiento, a los 93 años, en Francia, el país que le acogió dos veces en su azaroso trayecto, tras la derrota republicana a principios de 1939.
Montserrat Llor, periodista y amiga, ha sido una de las últimas personas en entrevistarle y en la semblanza que hizo de Segundo Espallargas ("Paulino"), tan sólo hace unos meses (EL País 27-05-2012), ya señalaba que se encontraba debilitado, aunque aún era capaz de mostrar instantes de aquella fortaleza que le permitió sobrevivir al infierno de Mauthausen. Ha sido la propia Montserrat quien nos ha comunicado la noticia de su fallecimiento, a los 93 años, en Francia, el país que le acogió dos veces en su azaroso trayecto, tras la derrota republicana a principios de 1939.
Segundo
Espallargas había nacido en Albalate del Arzobispo, pero su infancia y primera
juventud transcurrió en Alcañiz donde se habían trasladado sus padres para
ocuparse del negocio familiar. Segundo explicaba, en uno de los documentales a
los que dio su testimonio, como entró en contacto con el mundo del boxeo en la
capital bajoaragonesa a partir de los 12 años. La Guerra Civil dio un vuelco a su juventud, a
su vida y a su práctica amateur del
boxeo. Pero fue este deporte el que, años más tarde, le salvó la vida en
Mauthausen, aquel antro de terror, hambre, enfermedad y muerte al que fue
deportado, junto a otros 7.000 españoles, durante la Segunda Guerra Mundial.
Segundo
ingresó el 27 de enero de 1941, cuando acababa de cumplir los 22 años, en el
mayor transporte con republicanos deportados a Mauthausen: aquel día fueron
registrados en el campo 1.500 republicanos. Su fortaleza física y su condición
de boxeador le llevaron a ser elegido,
por los SS del campo, como uno de los participantes en los combates organizados
algunos domingos para su entretenimiento. Combatió con boxeadores, prisioneros
como él, de diferentes nacionalidades y una derrota podía acarrearle la muerte
inmediata. Fue conocido popularmente entre los internos como “Paulino”, en recuerdo
del boxeador guipuzcoano Paulino Uzcudum, y reconocía cómo el boxeo le había
permitido sobrevivir. Su figura fue un acicate para sus compañeros republicanos
quienes veían, en los combates de “Paulino”, el reflejo de su lucha y
resistencia por la vida y la dignidad entre aquellos odiados muros de granito.
Han
sido números supervivientes quienes han recordado los combates de “Paulino” y,
entre ellos, destacaremos el testimonio del fragatino José de Dios quien lo describía como un campeón neto que
ganaba los combates por K.O y el de Mariano Constante al señalar cómo sus
victorias le habían hecho merecer el respeto de sus compatriotas y le habían
salvado de los trabajos más pesados. Segundo había estado destinado a trabajar
a la estación de Mauthausen descargando trenes que transportaban pesadas
mercancías y, tras sus primeros combates, fue destinado a la cocina. Un nuevo
destino que le sirvió, también, para colaborar con la organización clandestina
de los españoles. Su estancia en el “campo de los españoles” no estuvo exenta
de peligros, puesto que nadie tenía asegurada la supervivencia en aquel
infierno, donde la muerte estaba presente cada día y en cada instante. A pesar
de ello, Segundo, reconocía su condición de privilegiado que le permitió llegar
vivo a la liberación y era muy consciente del trato inhumano al que fueron
sometidos, hasta las últimas consecuencias, tantos compañeros de infortunio.
Decíamos
que Francia le acogió por segunda vez. Y así fue: tras la liberación de
Mauthausen, en el lejano mes de mayo de 1945, los republicanos españoles no
pudieron regresar a España y Francia se convirtió, para la mayoría de ellos y
también para “Paulino”, en su nueva Patria.
En tierras francesas boxeó algunos años, trabajó y formó una familia.
Regresó de forma asidua a su añorado Bajo Aragón, donde aún conserva
familiares. Alcañiz y Albalate eran lugar de encuentro y de añoranzas juveniles
que le reconfortaban y a dónde aún
pensaba, en los últimos años, en
trasladarse a vivir.
Participó
en el homenaje a los deportados de la comarca del Bajo Martín que se celebró en
la primavera de 2006. Su animada presencia, entre los familiares de las
víctimas de la comarca, es uno de las imágenes que conservo de aquellas
jornadas. Y sobre todo recuerdo el abrazo que me dio cuando Antonio del Río
(alcalde de Albalate y hombre sensible a la memoria de la deportación) me lo
presentó. En aquel afectivo abrazo de “Paulino” noté su fortaleza física y su
enorme humanidad. Presidió el acto
oficial y sus emocionadas palabras, en las que se mezclaba un marcado acento
aragonés con expresiones francesas, fueron un momento cargado de emotividad donde
Segundo mostró públicamente su agradecimiento por lo que se estaba haciendo
aquellos días recordando a las víctimas locales de la deportación.
Su
imagen y su voz apareció en dos documentales de factura aragonesa: “Aragoneses
en el infierno de Mauthausen” y “Adiós a la vida” de Mireia Ruiz y Ramón J. Campo
respectivamente. Problemas de salud le impidieron asistir al homenaje realizado
por el Gobierno de Aragón, en Zaragoza, en mayo de 2010.
Segundo
Espallargas Castro, “Paulino, el boxeador de Mauthausen, se ha ido
definitivamente. Una voz más que se apaga. Un testigo menos para recordar
aquella barbarie. Su lucha ha sido larga y tortuosa pero, sin duda alguna, un ejemplo de resistencia que
le ha garantizado la victoria en su combate permanente por la dignidad de todas
las personas y por el mantenimiento de la memoria de quienes, menos afortunados
que él, no pudieron regresar de los campos de la muerte.
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