martes, 22 de mayo de 2012

EDMON GIMENO. Vivencias de un deportado


En Mauthausen, ante el monumento a los republicanos.
Como señalaba en la última entrada, Edmon Gimeno, fue el único deportado republicano que asistió a los actos de homenaje, celebrados en el campo de Mauthausen el pasado domingo 13 de mayo, ante el monumento a los españoles. Así lo viene haciendo durante los últimos años y el esfuerzo que realiza lo hace para rendir  homenaje a todos sus compañeros de deportación que corrieron peor suerte que él y fallecieron en alguno de los campos nazis, a los que fueron deportados algo más de 9.000 españoles.

Edmon fue deportado a Buchenwald. Posteriormente fue trasladado a Dora y a Bergen-Belsen, de donde fue liberado por las tropas británicas. En éste último campo conoció el horror desatado, durante las semanas previas a su liberación, como consecuencia de una epidemia de tifus que diezmó a los internos, esparciendo la muerte por doquier y produciendo una situación dantesca cuyas imágenes fueron captadas por los reporteros y fotógrafos que acompañaban a las tropas liberadoras.

Afortunadamente, este episodio de la vida de Edmon, así como  las crueles y dramáticas experiencias  vividas en Dora y otros acontecimientos que le marcaron para siempre, los dejó plasmados, de forma admirable, en sus memorias de deportación que fueron publicadas por la Amical de Mauthausen en 2007 bajo el título “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivències d’un deportat”. La obra testimonial de Edmon es muy recomendable para quienes quieran conocer, de primera mano, la vida cotidiana de los deportados en aquellos antros, diseñados por los nazis para explotarlos como esclavos hasta sus últimas consecuencias.


Y, en este sentido, me ha parecido oportuno recordar la presentación de su libro, el 11 de agosto de 2007, en las Terceras Jornadas dedicadas a la deportación de los republicanos aragoneses celebradas en Ejulve, en colaboración con su Ayuntamiento. Recupero las notas que tomé al acabar la sesión, como resumen de aquel acto que fue presentado por el alcalde de la localidad, José Manuel Salvador.

Edmon inició su intervención  mostrando el asombro y la incomprensión de cómo en la Alemania culta y desarrollada de los años 30 del siglo XX pudo desarrollarse una ideología excluyente como la representada por Hitler. Para él es inexplicable que en un contexto donde se había logrado un nivel de desarrollo material e intelectual tan importante se pudiese desarrollar, al mismo tiempo, una ideología de componentes tan abominables como la supremacía de la raza aria y el desprecio a lo que llamaban “razas inferiores”. Según las palabras de Edmon, los tres enemigos de la Alemania nazi, según se desprende de la ideología de Hitler, eran los judíos, las razas eslavas y el pueblo soviético.

El Holocausto, con el asesinato de más de seis millones de judíos, y la eliminación de varios millones más de otros colectivos, supuso retroceso de la humanidad que la retrotraía a épocas prehistóricas donde los primeros homínidos luchaban sin conciencia por un espacio vital. Edmon hizo una breve referencia a Auschwitz, a la selección a que eran sometidos las poblaciones deportadas, cómo el ser conducido a la derecha o a la izquierda, en el momento de la selección, podía significar morir directamente en una cámara de gas. Hombres, mujeres y niños asesinados masivamente sin que podamos entender cuál era el significado de su muerte.

Edmon pasó a narrar, a continuación, su experiencia en la deportación desde la Francia ocupada, donde se hallaba detenido por haber intentado escaparse de donde se hallaba trabajando. El convoy donde fue trasladado a Buchenwald estaba formado por varios vagones ocupados, cada uno de ellos, por más cien personas que no tenían espacio ni para sentarse “derechos y tocándonos con los codos estuvimos dos o tres días, y llegamos a Buchenwald desnudos, los alemanes nos hicieron desnudar porque creyeron que alguien de nuestro vagón había querido escapar”. En el campo estuvo poco tiempo, después fue trasladado a Dora, donde los internos trabajaban en la construcción de las famosa V1 y V2 alemanas en unas condiciones infrahumanas, en los túneles excavados en la roca, “sin salir durante semanas al exterior y respirando un aire fétido y corrompido”. Edmon, a quien el público asistente seguía en un respetuoso silencio, explicó las dificultades de la vida diaria, la falta de esperanza en el futuro, el trato vejatorio, recibiendo continuos insultos y palizas por parte de los Kapos (prisioneros comunes que se encargaban de la vigilancia de los prisionero) como la que presenció cuando mataron a golpes a un deportado francés mientras que su hijo era obligado a asistir impotente a  la escena.... Hubo muchos internos que no pudieron soportarlo y se lanzaron a las alambradas electrificadas que rodeaban el campo. La pérdida de la fuerza física, tanto por las condiciones y las temperaturas de más de 20 º bajo cero  como por la insuficiencia de la alimentación recibida, era sufrida por los prisioneros y sus consecuencias fueron fatídicas para alguno de ellos..

En su explicación, hizo especial incidencia a la crueldad con que eran tratados quienes habían sido capturados tras un intento de fuga “eran paseados por todo el campo subidos en una especie de carro tirado por los propios deportados con un letrero diciendo que estaba muy contento de haber vuelto a casa. Estábamos obligados a observar en formación todo el acto que concluía con su ahorcamiento. En Dora había días que ahorcaban a varios deportados, hasta 15 o 20 de una sola vez y los demás estábamos obligados a asistir a aquellas muertes tan horribles”.

Presentación del libro. Ejulve 11-08-2007
Después de Dora, Edmon y un grupo de compañeros, fueron evacuados a Bergen Belsen donde vivió escenas espeluznantes con muertes masivas de internos hasta la liberación por las fuerzas aliadas en abril de 1945. Después siguió un exilio en Francia con su familia hasta que pudo regresar a España.

A continuación se abrió un turno de palabras para que los asistentes pudiesen preguntar a Edmon aspectos de su interés que resumimos en los siguientes apartados:

- Un dia cualquiera en Dora: los internos se levantaban muy temprano y de inmediato de veían obligados a ir a la Apellpaltz (plaza de revista) donde eran contados en perfectas formaciones y si faltaba alguien, por cualquier motivo, tenían que permanecer formados, a veces a temperatura gélidas de varios grados bajo cero, hasta que cuadraban los números. Les daban como alimento “un “café” infecto, que más bien parecía agua sucia y a medio día una sopa líquida, nauseabunda, donde a veces podías encontrar un trozo de nabo que tenías que tomar derecho, en un momento para volver a trabajar, en jornadas que duraban días o doce horas y por la noche un trozo de pan con una señal de salchichón”.

- Sentimiento de odio y venganza: Edmon dice que no, que no ha tenido estas sensaciones. Actos de venganza, en el momento de la libración sí que vio alguno, pero que más que odio le embarga la incomprensión de lo ocurrido, de cómo en aquel momento y en aquella época se llegó a  tal grado de barbarie.

- Conocimiento de la marcha de la guerra: Tenían una ligera idea de lo que sucedía, enterándose por conductos muy diversos ya fuese por los nuevos internos, por escuchar de forma clandestina algún aparato de radio, él mismo cuenta cómo pudo escuchar, escondido, los partes de una radio de los SS y con un pequeño mapa que pudo conservar situaba los avances de las tropas soviéticas. El desembarco de Normandía, por ejemplo, corrió por el campo el mismo día en que se produjo.

- Razones para sobrevivir y no abandonarse: Fueron muchos los internos que no pudieron resistir y se suicidaban arrojándose sobre las alambradas, “me mantenía vivo, la juventud, yo tenía 20 años cuando fui deportado, la fortaleza y la esperanza de salir para contar lo que habíamos visto. También el compañerismo y la ayuda de algún amigo en quien confiabas y con quien podías hablar.
***
Agradeciendo a Edmon su testimonio y como evidencia del drama que padecieron los supervivientes republicanos que, tras la alegría en los días de la liberación se vieron obligados a seguir viviendo en el exilio, leí  los últimos párrafos de sus memorias que aparecen bajo el epígrafe de “El desencanto”:

“Bergen-Belsen, unos días después de la liberación. Un grupo de deportados ibéricos permanecemos sentados en un rincón del campo en una pequeña eminencia del terreno, cerca de la carretera secundaria. Hablamos, evocamos, soñamos. El retorno a nuestra tierra que nos vio nacer se anuncia muy próximo. Los familiares y los amigos que pronto volveremos a ver, el sol y el cielo, nuestros paisajes tan variados y originales, las montañas y llanuras, los ríos, la diversidad del folclore, las costumbres tradicionales. Un antiguo de Mauthausen nos habla entusiasmado de la gran huerta del País Valenciano, ese inmenso y fértil oasis. Naranjos, fruta rica y variada. Espera comer todavía, en esa primavera de 1945, los suculentos melones de la región, dulces como la miel. Nos dice: “Cuando vas a la huerta a primeras horas de la mañana, sientes, en ciertos lugares, un olor penetrante y el crujir de los melones, los que están a punto. ¡Qué placer, amigos, qué placer!”.
Nuestros sueños, anhelos y evocaciones no sirvieron de gran cosa. El exilio continuó para muchos durante años y más años. La guerra fría, entre los dos colosos militares de la época, acabó con todas nuestras esperanzas.”

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