viernes, 1 de julio de 2011

“ITINERARIOS E IDENTIDADES” y AMARGA MEMORIA

 El miércoles, día 29, como estaba previsto, tuvo lugar la presentación de mi libro “Itinerarios e identidades. Republicanos aragoneses deportados a los campos nazis”. Eva Alquezar Yáñez, Jefa del Servicio de Investigación y Difusión del Patrimonio Cultural fue la representante del Departamento de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, la cual enumeró los logros del Programa Amarga Memoria desde su puesta en funcionamiento en el año 2004, comentando cómo este libro venía a ser el último proyecto del Programa, en su etapa actual. Seguidamente Antón Castro tomó la palabra destacando alguno los aspectos de mi trayectoria personal (me conoce bien, desde hace varias década) como investigador de la historia local para incidir, a continuación, en el cambio de rumbo en mis inquietudes hacia el mundo de la deportación a los campos nazis de los republicanos y, más concretamente, de los republicanos aragoneses; Antón ha captado bien los objetivos del libro al valorar la recuperación de las historias personales como una proyección de principios éticos  de carácter general, como son  la justicia, el compromiso, la tolerancia y la solidaridad.
Por mi parte, aproveché la ocasión para expresar, una vez más, mi agradecimiento a todas las personas que han hecho posible la materialización de este proyecto y al numeroso público que abarrotó el salón de actos de la Biblioteca Aragón. Asistieron familiares de deportados que se habían desplazado de diferentes poblaciones: Bujaraloz, Caspe, Estadilla, Fraga, Gelsa, Huesca, Sariñena,… y, desde Francia, llegó la hija de Pedro Gracia Adán (deportado superviviente de Mauthausen, originario de Molinos) la cual ha colaborado en el libro dando testimonio sobre su padre. Mientras iba explicando las características del libro, resumiendo sus contenidos y glosando alguna de las biografías publicadas, aproveché la ocasión para proyectar una colección de unas 250 fotografías de deportados aragoneses, la mayoría de ellas cedidas por las familias a lo largo de estos últimos años. Con la proyección de estas imágenes intenté complementar la idea principal del libro mostrando los rostros y las miradas de las víctimas.
El libro, esa criatura cuyo contenido ha tomado cuerpo durante el último año, ha sido primorosamente diseñado por Juan R. Giménez, (Doscuartos)  que también asistió al acto y a quien quiero reconocer su profesionalidad e implicación por el magnífico trabajo realizado.
Y toca hablar del Programa Amarga Memoria del Gobierno de Aragón y de las políticas activas de las instituciones para preservar el legado de la Memoria democrática del país. La sensibilidad mostrada por los responsables políticos que, con buen acierto, decidieron la creación del Programa ha dado sus frutos en nuestra región convirtiéndolo en un referente estatal, junto a otras iniciativas como lo ha sido (y esperamos siga siéndolo) el Memorial Democràtic creado mediante una ley específica por el Parlament de Cataluña. 
El conocimiento de nuestro pasado, por duro y “amargo” que sea, es la única forma que tenemos para valorar, en su justa medida, el disfrute de nuestro sistema democrático actual, por limitado y contradictorio que parezca en muchas ocasiones. La consecución de las libertades democráticas fue fruto del esfuerzo de la lucha y el sacrificio de generaciones de españoles desde los primeros años del siglo pasado y entre ellos, de forma destacada, quienes defendieron la legalidad republicana tras el 18 de Julio de 1936, siguieron en la lucha clandestina contra la dictadura franquista y de los que se vieron abocados al exilio exterior durante décadas.
La Memoria Democrática, no debería ser una cuestión de combates ideológicos. Se trata de reconocer que los aspectos fundamentales de nuestro actual estado de derecho, tiene su inspiración en el único periodo democrático de nuestro país, el de la Segunda República. Tampoco valen medias tintas ni excusas oportunistas. Para el caso que nos ocupa,  quienes tienen la legitimidad democrática para formar el nuevo gobierno de Aragón no pueden obviar su responsabilidad respecto al necesario e inevitable conocimiento de nuestro pasado, favoreciendo investigaciones de carácter histórico, preservando los espacios físicos de nuestra memoria colectiva y reconociendo, por encima de cualesquiera otras consideraciones de carácter menor u oportunista, la legitimidad moral del sacrificio de todas las víctimas de la Dictadura y de los luchadores antifranquistas.  
Ése es nuestro compromiso ético, individual y colectivo. La calidad de nuestra democracia nos lo exige y a ello dedicaremos nuestros esfuerzos para buscar sensibilidades, compromisos y complicidades personales  e institucionales, como hemos hecho hasta ahora.

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