domingo, 22 de abril de 2012

CRÓNICAS REPUBLICANAS (III): Teruel

En esta ocasión transcribimos dos crónicas extraídas  del periódico “La Voz de Teruel”, una publicación de tendencia monárquica, que se venía editando en la capital turolense desde 1924. La primera de ellas –proporcionada por los amigos del Ateneo Republicano de Teruel- fue publicada el 16 de abril de 1931 y narra cómo el entusiasmo de los republicanos turolenses se trasladó a las calles y a las instituciones de gobierno -Ayuntamiento, Gobierno civil y Diputación- que pasaron a ser dirigidas por los nuevos representantes de la coalición republicano-socialista. En la segunda, del día 20, el periódico recogía, en primera página, la constitución del Ayuntamiento y la elección del nuevo alcalde republicano. La transición de poderes y el cambio de régimen se realizaron de forma pacífica y ejemplar, como se reconocía en el propio periódico.   

(16-04-1931)
La proclamación de la República en Teruel

(Fotos tomadas de internet)
Serían las cuatro poco más, el ambiente que flotaba, tuvo explosión de adhesión a la República, que iba, cual en el resto de España a proclamarse. El comercio cerró sus puertas y al toque de la “Campana del Ángel”, el pueblo acudía a la Plaza de la Libertad, donde se halla instalado el Centro Republicano para unirse a la manifestación que se trataba de formar para llevar a la Casa de la Ciudad la enseña proclamada.
Con la banda municipal a la cabeza, que dejaba oír la Marsellesa y los directivos de los partidos republicano y socialista que llevaban sus respectivas banderas, la manifestación se puso en marcha entre aclamaciones de entusiasmo a la República y a los capitanes Galán y García Hernández, cuyas fotografías iban unidas a las banderas.

Por Joaquín Costa, Castel, Carrasco, San Juan y Amantes, se fue al Ayuntamiento colocando en el balcón principal la bandera nacional, morada, amarilla y roja entre grandes aplausos y vivas.
El señor Borrajo, dirigió la palabra a la multitud; su discurso, muy elogiado por todos, fue de recomendación de orden y de respeto porque orden y respeto es la República. Se dirigió y ello produjo emoción, al adversario, para que descansara y durmiera en paz y tranquilidad ante la garantía que le daba el nuevo régimen democrático, proclamado en Teruel y cuya dirección asumía como alcalde de la ciudad.
Don José Borrajo estaba emocionado, pero su emoción no le impidió pronunciar palabras que, como hemos dicho, fueron generalmente elogiadas.
Y quedó proclamada la República, dentro del mayor orden.
Más tarde, en el Ayuntamiento, se reunió el Gobierno provincial republicano bajo la presidencia del señor Borrajo e integrado por los señores Vilatela, Iranzo, Díez, Sapiña, Uriel, Bayona, Maícas (Felipe), Pardo Gayoso, Balaguer, Muñoz (Eugenio), López (Fernando), Arredondo, Civera, Fabre (Facundo y Pedro), Cano Jarque (León), Torregosa, Noguera, Travera, Gimeno, Bernad, Feced, Nevot, Crespo y Bayo (Narciso), tomado el acuerdo de asumir la responsabilidad del movimiento y designar a jefe señor Borrajo, para la Alcaldía, al señor Iranzo para el Gobierno civil, y al señor Díez para la presidencia de la Diputación. Los dos primeros se posesionaron de los cargos y el señor Díez lo verificó ayer por la mañana.
Después de posesionado de la presidencia don Pedro Díez, con los demás miembros designados, serían las dos de esta tarde, se han trasladado a la Casa de Beneficiencia, siendo recibido por el administrador, sacerdote, y todas las hermanes, así como los niños acogidos de ambos sexos, que han sido obsequiados con dulces y bombones.
Luego el señor Díez, ha reunido a las Hermans, pronunciando breves palabras de saludo deshaciendo el fantasma creado sobre la República que ha de ampararlas con cariño y amor.
Ha pedido a las religiosas que tengan confianza en la nueva forma de Gobierno, que viene a amparar y defender la justicia.

Otros detalles

De la secretaría particular del Alcalde, Jefe provincial del partido don José Borrajo, se ha hecho cargo el conocido periodista y Jefe de Negociado de Hacienda León Cano distinguido amigo nuestro.
Le felicitamos


(20-04-1931)
Constitución del nuevo Ayuntamiento

El viernes, a las siete quince, abre la sesión el señor Borrajo. En los escaños todos los concejales. El salón lleno de público. En el lugar de la prensa solo el representante de La Voz.
La presidencia, dice que, por el Comité revolucionario, fue designado para el cargo que en esos momentos ocupa.
Saluda a los compañeros y celebra ver en sus escaños a los once concejales que tienen la representación monárquica, que personalmente –dice- sois tan dignos y tan respetables como nosotros mismos.
          Aquí venimos con el ramo de laurel: Si en el calor de la lucha pudo haber ofensa, pensando en la ciudad, perdonad, y unidos en un solo deseo, sea todo por y para Teruel.
Por ser concejal de más número de votos, ocupa la presidencia don César Arredondo; se da lectura a los artículos 53 y 50 de la ley municipal que se refieren al nombramiento de alcalde y tenientes de alcalde y en su consecuencia, se suspende la sesión por quince minutos para que los concejales se pongan de acuerdo. Reanudada, se procede a votar, y por unanimidad, salvo para la Alcaldía que hay una papeleta en blanco, resultó el Ayuntamiento constituido en la siguiente forma:

Alcalde: Don José Borrajo .
Primer teniente: Don Rafael Balaguer.
Segundo Id.: Don Juan Sapiña.
Tercero id.: Don César Arredondo.
Cuarto id.: Don Pedro Fabre.
Primer Síndico don Pedro Díez y segundo don Manuel Bernad.
El señor Borrajo da las gracias al Ayuntamiento por la confianza en él depositada y se congratula se ser el alcalde del primer Ayuntamiento republicano de Teruel. Da un viva a la República.
Se propone que las sesiones tengan lugar los miércoles a las seis de la tarde.
El señor Sánchez Batea hace constar que es algo pronto, pues tanto él como su compañero Noguera son obreros del campo y en el tiempo que entra, esa hora es para ellos inoportuna.
Se acuerda sea a las ocho y se levanta la sesión.

José Borrajo Esquíu.
El nuevo Alcalde. Don José Borrajo Esquíu.
 Desde anteayer ocupa, por elección popular, la primera magistratura de la ciudad, este distinguido turolense, que en la esfera profesional, en el aspecto político y en su trato particular, afable y caballeroso, ha merecido siempre la consideración y simpatía de todos.
El señor Borrajo, elegido concejal en la elección del día 12, ha sido elevado, por el voto unánime de los concejales, incluso de los monárquicos, a ocupar la Alcaldía de Teruel.
Llega por tanto, con todos los prestigios a cargo tan preeminente.
Proclamada la República española, es el primer ciudadano turolense, que con tal carácter, y por designación verdaderamente popular, ocupa la presidencia de nuestro Municipio. Concejal por los votos de los republicanos y alcalde por los de una gran mayoría republicano-socialista, una vez posesionado y aún siéndole, desde luego muy honrosa, su condición política, ya no es el alcalde de una agrupación, de una tendencia, de un partido,…; es el alcalde de Teruel.
            Como tal queremos verle actuar, y como tal, leal y honradamente, hemos de juzgarle. Habremos de guardar a su autoridad los mayores respetos, como hemos de tener para su persona aquellas atenciones incubadas en tiempos de una juventud que ya pasó, pero que es grato siempre recordar.
Su designación ha causado el mejor efecto en la ciudad; por su consecuente historia republicana, era el hombre indicado en estos instantes en que alborea un nuevo régimen para la patria.
Sólo aciertos le deseamos en su gestión, y tenga la seguridad de que para cuando el interés de Teruel demande, tendrá La Voz a su entera disposición.

miércoles, 18 de abril de 2012

CRÓNICAS REPUBLICANAS (II): Huesca

En la ciudad de Huesca la proclamación de la Segunda República se vivió con especial intensidad. Los sectores republicanos, muy sensibilizados por los acontecimientos vividos unos meses antes con los ajusticiamientos de los capitanes Galán y García Hernández, acudieron en masa a las manifestaciones que se produjeron en las horas que siguieron al triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales, celebradas el domingo 14 de abril de 1931. La crónica de lo acontecido la he tomado de "El Diario de Huesca"
La bandera tricolor. La proclamación de la República en Huesca

Anteayer al medio día, al conocerse la posibilidad de la abdicación del Rey, numerosos grupos de personas con varias banderas republicanas se dirigieron al Ayuntamiento, en uno de cuyos balcones fue colocada la bandera republicana.

Seguidamente y dentro del mayor orden, se organizó una manifestación. Al frente de la misma marchaba la bellísima señorita María Buil con un banderín republicano y los miembros que componen la Junta directiva de la Agrupación republicana.

Los manifestantes se dirigieron por las calles de las Cortes, calle de San Salvador, plaza San Pedro y Mozárabes, para salir al Coso bajo y llegar a la plaza de Santo Domingo.

Conchita Monrás y Ramón Acin
Al pasar la manifestación por el domicilio donde vive la señora doña Conchita Monrás, esposa del artista Ramón Acín, fue entusiásticamente ovacionada, dándose vivas a Acín y Jarné expatriados en París desde los pasados sucesos de Diciembre.

Desde la plaza de Santo Domingo, la manifestación se dirigió por el Coso hacia la Diputación provincial, en cuyo edificio fue también colocada la bandera republicana.

Nuevamente se puso en marcha la manifestación, llegando hasta el Gobierno civil, en donde a pesar de la negativa del gobernador señor Pérez Viondi, también se colocó en el balcón central la bandera tricolor.

Desde uno de los balcones, el ciudadano Sender dirigió la palabra al pueblo, diciéndole:

- Por voluntad popular queda proclamada la República. ¡Viva la República!

Este viva fue contestado con ovaciones y vivas estruendosos.

El señor Sender recomendó a los manifestantes que se disolvieran dentro del mayor orden y que por la tarde se organizaría una nueva manifestación para rendir tributo de admiración a los héroes del movimiento revolucionario capitanes Galán y García Hernández.

En la manifestación figuraban numerosas banderas republicanas y el significado republicano Roque Bescós se cubría la cabeza con el gorro frigio.

Manuel Sender
Seguidamente, la Junta directiva de la Agrupación Republicana se dirigió al local de la Agrupación, en donde se celebró un cambio de impresiones.

El abogado señor Sender hizo uso de la palabra, manifestando que por fin el pueblo de Huesca había conseguido ver realizados sus ideales, que la Justicia fuese una realidad, que los caciques, que durante 50 años nos gobernaron, fueran al ostracismo y que el pueblo se gobierne por sí mismo.

Recomienda nuevamente que no se altere el orden, dando pruebas de alta ciudadanía y anuncia una nueva manifestación para las cuatro de la tarde, con objeto de ir a los Cementerios civil y católico.

Por último dice que la Junta directiva de la Agrupación Republicana se convierte en gobierno permanente de la provincia para tomar las medidas más convenientes y que en nombre de ese gobierno pide nuevamente el orden más completo.

Intervienen varios ciudadanos, proponiendo ciertas medidas radicales, y se dice que todo está previsto y que paulatinamente se irán poniendo en vigor.

El señor Gascón de Gotor, como representante, dice, de la Cámara de Comercio Republicana, hace saber a los allí presentes que el comercio cerrará sus puertas, excepto las farmacias.

Homenaje a los capitanes Galán y García Hernández. Manifestaciones populares

A las tres y media de la tarde, el Comité republicano fue llamado por el gobernador civil señor Pérez Viondi, quien les manifestó que los ministros estaban reunidos y que  esperaban la confirmación de los rumores de abdicación.

A las cuatro en punto de la tarde, volvió a organizarse una imponentísima manifestación, que estuvo en los cementerios civil y católico, depositando numerosos ramos de flores en las tumbas de los capitanes Galán y. García Hernández y de los soldados y chófer muertos en Cillas, guardándose un minuto de silencio.

A las seis de la tarde, y como consecuencia de unos telegramas recibidos por EL DIARIO DE HUESCA, en los que se afirmaba a título de rumor, que el Rey había pasado la frontera portuguesa en aeroplano, el Comité republicano se dirigió al Gobierno civil, acompañado de una gran muchedumbre, para entrevistarse con el gobernador y posesionarse del Gobierno.

El gobernador les dijo que no tenía noticias desde hacía una hora y que por tanto no se confirmó la noticia de la abdicación del Rey.

A continuación llamó por teléfono al Gobierno civil de Zaragoza, donde tampoco se la confirmaron; en vista de esto, el señor Lorés, invitado por el gobernador, llamó al centro radical de Zaragoza, desde donde le dijeron que los republicanos se habían posesionado del Ayuntamiento y Diputación y estaban nombrando cargos.

Las fotografías de las manifestaciones son de "Mundo Gráfico"
Llamó entonces el gobernador al ministerio de la Gobernación, desde donde le dijeron que el ministro estaba en Palacio y no podían por tanto confirmarle la noticia.

Entretanto, la efervescencia en la calle era enorme y la impaciencia del Comité crecía por momentos. El gobernador indicó una espera y dijo que de ninguna manera quería hacer uso de la fuerza y que en cuanto se lo ordenaran de Madrid entregaría el mando al Gobierno militar.

Estas manifestaciones aumentaron la Indignación del Comité, quien declaró que no lo tolerarían.

Entonces el gobernador piló que quedaran con él los señores Vinuesa, Delplán[1] y Sender, a esperar noticias.

Mientras el señor Sender se asomó a uno de los balcones y dijo que el Comité se había adueñado del Gobierno civil.

A consecuencia de estas manifestaciones hubo un momento de desorientación, que aprovecho el señor Pérez Viondi, intentando dirigirse a la multitud, pero tuvo que retirare ante las manifestaciones de hostilidad de que fue objeto.

En este momento el catedrático de Filosofía señor Díaz Delgado, haciéndose cargo de la indecisión que reinaba y considerando imprescindible tomar inmediatamente una actitud concreta, hizo retirar al gobernador y dirigiéndose al pueblo dijo: «El Comité republicano acaba de nombrar gobernador interino de la provincia al señor Pérez Vinuesa[2].

Este nombramiento fue acogido con una salva de aplausos y gritos de júbilo.

El señor Vinuesa se dirigió a la multitud y les mandó que observaran la cordura y el espíritu cívico de que habían dado muestras en todo el día, que había colocado a Huesca a tan envidiable altura de ciudadanía.

Añadió que se hacían responsables, de cuanto ocurriera y ofreció poner la bandera tricolor, cuando fuera oportuno.

La manifestación se disolvió pacíficamente y el señor Vinuesa quedó en el Gobierno civil.

El Comité republicano se dirigió a la Diputación provincial para dar posesión del cargo de presidente al señor Gascón de Gotor, pero el señor Vinuesa telefoneó diciendo que debían retirarse hasta que recibiese noticias concretas del Comité directivo de Madrid.

Desde la Diputación, el Comité se dirigió al Gobierno civil, para esperar noticias oficiales. El gobernador no consiguió hablar con Madrid a pesar de sus insistentes llamadas  Entre tanto, la muchedumbre que desde la calle esperaba una decisión del Comité daba muestras de impaciencia.

El señor Pérez Viondi consiguió hablar con el gobernador de Zaragoza, quien le notificó que los republicanos se  habían adueñado de la Diputación y Ayuntamiento, prometiendo que hasta que no hubiera noticias oficiales, no intervendría en el Gobierno civil.

Las mismas manifestaciones hizo el gobernador  de Barcelona.

En vista de estas noticias se acordó aplicar la misma fórmula en Huesca., y el señor Díaz se lo notificó así al pueblo desde un balcón, Quedando el señor Vinuesa con el gobernador y dirigiéndose los concejales republicanos al Ayuntamiento.

La enorme manifestación que esperaba en la calle no se dio por satisfecha y pidió que se colocara nuevamente la bandera republicana.

Un grupo subió con ella y la izó en el balcón principal, entre vítores y aplausos.

El señor Vínuesa dirigió la palabra a la muchedumbre invitándoles a disolverse, lo que efectuaron en el mayor orden.

El Comité republicano marchó al Ayuntamiento, en  donde tomó posesión del cargo de alcalde don Sixto Coll[3].

A  las diez y media de la noche, se recibió en el Gobierno civil un telegrama del señor Alcalá Zamora, por el que se ordenaba la transmisión del mando al presidente de la Audiencia y se daba la lista del  Gobierno de la República


[1] Concejal republicano elegido en las elecciones del día 14 de abril, en la sesión de constitución del ayuntamiento fue nombrado teniente de alcalde.
[2] Ejerció el cargo unos días puesto que el día 17 fu nombrado gobernador Victoriano Rivera Gallo del Partido Republicano Radical
[3] Concejal elegido el 14 de abril. Fue el último presidente republicano de la Diputación Provincial de Huesca

lunes, 16 de abril de 2012

viernes, 13 de abril de 2012

CRÓNICAS REPUBLICANAS (I): Zaragoza.

Con motivo de la conmemoración de la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, iniciamos la publicación de una serie de crónicas, publicadas en la prensa de la época, donde se recogen algunos de los acontecimientos vividos en diferentes poblaciones aragonesas. La primera narra la constitución del Ayuntamiento de Zaragoza, extraída del periódico “Vida Nueva” (18-04-1931) órgano de la UGT y del PSOE.

Se constituye el Ayuntamiento republicano de Zaragoza

A las seis de la tarde del martes último, cuando aun no se tenían noticias concretas de la implantación de la República en España, los concejales elegidos por el pueblo en las elecciones del día 12, se dirigieron al Ayuntamiento, dispuestos a hacer valer sus derechos y a proclamar la República en Zaragoza.

Una enorme muchedumbre acompañó a los concejales republicanos y socialistas de la República. Los vítores, las aclamaciones, las manifestaciones de entusiasmo, se sucedieron sin interrupción, y la entrada de los concejales al Ayuntamiento constituyó uno de los actos más emocionales, acaso el único que se registra en la Historia de la ciudad.

Manuel Lorente Atienza. "El Radical"
Reunidos brevemente los treinta y dos concejales de la coalición republicano socialista en un saloncillo de la Casa Consistorial, cambiaron impresiones acerca del paso trascendental que se iba a dar en aquellos momentos. Se conferenció por teléfono con el gobernador, aun actuante en aquellos momentos, señor Alonso Giménez, significándole que por mandato del pueblo, que allí les había llevado, se iba a proclamar la República en el Ayuntamiento.

El gobernador rogó que le visitase en su despacho una comisión, de los allí  reunidos, pues todavía no tenía noticias exactas de lo que sucedía en Madrid. Pero entonces, asumiendo los presentes toda la responsabilidad que pudiera caberles, se acordó, en medio de un entusiasmo indescriptible, el constituir inmediatamente el Ayuntamiento y proclamar la República en Zaragoza.


Se cambiaron impresiones acerca de quién había de ocupar la presidencia, y se designó, unánimemente, al prestigioso republicano don Manuel Lorente[1], en méritos, además de los propios personales, a haber sido Presidente de la Diputación, hasta aquella fecha, ignominiosa para España, en que la Dictadura atropelló la Constitución e implantó un régimen de ludibrio y encanallamiento.

Sebastián Banzo Urrea. GEA
También, y por unanimidad, se designó para primer alcalde del Ayuntamiento republicano, a don Sebastián Banzo,[2] el hombre sacrificado, desde sus años mozos, a la causa de la República. Inmediatamente de tomados estos acuerdos, los concejales se dirigieron al salón de sesiones, invadido por una gran muchedumbre, poseída de frenético entusiasmo, que lo invadía todo.

En la presidencia se sentaron don Mariano Joven, don Manuel Lorente, don Sebastián Banzo y don Francisco Oliver[3], mientras en los escaños se acomodaban los concejales electos de la coalición republicano-socialista, acompañados, fraternalmente, de los concejales de la minoría republicana del Ayuntamiento de la monarquía arrojada por el pueblo de su poder absolutista.

En medio de la emoción que es de suponer, don Manuel Lorente pronunció el siguiente discurso: "Ciudadanos: La soberanía del pueblo se ha impuesto por su firmeza, voluntad y convicción. La República ha triunfado y, por lo tanto, hoy, con más emoción que nunca, en estos momentos augustos que nos embargan, sumamos nuestro clamor al de todo el pueblo, que en estos momentos, aquí y en la calle, manifiesta su entusiasmo. ¡Viva la República! ¡Viva el Ayuntamiento! (ovación formidable y vivas). Yo, el más humilde de todos los republicanos, he sentido la emoción y he tenido el alto honor de ser designado en este acto solemne para presidirlo. Por lo tanto, y en nombre de Zaragoza republicana, doy posesión desde este mismo momento a los concejales triunfantes en las elecciones del pasado domingo, y en nombre también de esos concejales, propongo que sea designado alcalde don Sebastián Banzo. Tiene virtudes y méritos muy relevantes, y superiores, desde luego, a los que la han ocupado en estos últimos años. Ha sido uno de los más firmes baluartes de los republicanos aragoneses, y merece, con todo honor, con todo nuestro cariño también, ser en estos momentos históricos nuestro alcalde de la República.  Le entrego, pues, con un fuerte abrazo, el atributo de mando de la primera magistratura, en nombre del pueblo da Zaragoza".  

Mariano Joven Hernández. "Rolde"
Al entregarle el bastón de alcalde, el señor Lorente se abraza emocionado al nuevo alcalde, en medio de los aplausos del pueblo congregado en el salón y de los vivas más frenéticos.

Acto seguido hace uso de la palabra el señor Banzo, quien dice que acepta el honroso cargo que se le ha confiado, aun haciendo constar que no aceptará seguir en él cuando la situación se haya normalizado.

Hace una loa de la coalición republicano-socialista, que procediendo con toda la virilidad y toda la nobleza, ha conseguido poner e n pie al país, y en un acto hermoso como el celebrado el último domingo, ha conseguido la instauración de la República.

Elogia, con frases llenas de sinceridad y cariño, a los representantes socialistas que, por vez primera, se sientan en Zaragoza en los escaños de la Casa de la Ciudad, y pide un aplauso para ellos, que el público, y con él todos los concejales, les tribuían, en medio de un gran entusiasmo.

Narra los sacrificios que de siempre, y acentuados aún más en estos últimos tiempos, han hecho los elementos socialistas de la Unión General de Trabajadores, y asegura que, por méritos, merecían haber ocupado los cuarenta y siete puestos de que consta el Concejo.  Hace fe de su entusiasmo por la República desde la extrema izquierda y dice que la primera petición del Ayuntamiento, al constituirse, es la de pedir la libertad de todos los presos políticos y sociales, llegando incluso a romper las actas si esto, en breve, no es una realidad.

Dirige un llamamiento a todos los empleados municipales, más como compañeros que como subordinados y les invita a trabajar con entusiasmo p o r una labor fructífera y. eficaz en aras de lo mejor marcha de los asuntos municipales.

A continuación, y entre aplausos y vivas a la República, el señor Banzo pronuncia las palabras de ritual: "Queda constituido el Ayuntamiento de Zaragoza".


Bernardo Aladren. "Liberados del olvido"
Bernardo Aladrén, en representación de la minoría socialista, contesta a las cariñosas frases a ésta dedicadas por el alcalde de Zaragoza.

Dice que no puede aceptar el calificativo de jefe que el señor Banzo, acaso influenciado por el cariño que a él le une, ha pronunciado.

"Yo no soy –asegura- otra cosa que presidente de la Unión General de Trabajadores y del Partido Socialista; organismos que no aceptan jefaturas de nadie, puesto que los cargos dirigentes son circunstanciales, y siempre sometidos a la  confianza de los que constituyen las asambleas".

"Venimos a trabajar, como siempre lo hemos hecho, por el engrandecimiento de Zaragoza, y también hemos de dedicar nuestro esfuerzo a mejorar, en cuanto sea posible no sólo a los empleados municipales, sino a los jornaleros del Ayuntamiento, víctimas siempre del olvido y aun del desprecio de los concejales monárquicos que han constituido hasta ahora este Ayuntamiento".

"No representamos, y no tenemos inconveniente en decirlo así, a toda la clase trabajadora, parte de la cual, desgraciadamente, no quiere admitir nuestras tácticas de lucha, pero, sin embargo, decimos que con toda honradez y sin distinciones, laboraremos por todos los trabajadores de nuestra ciudad".

Recoge las palabras del señor Banzo y dice que los socialistas piden también, con toda energía, la libertad inmediata de todos los presos políticos y sociales, anhelo—dice—que haremos llegar, hoy mismo, a la Ejecutiva de la U. G. T.
Santiago Pi y Suñer. Univ. BCN

 Terminando expresando su satisfacción por ser derrocada la Monarquía española, y se pone a la disposición de la clase trabajadora para todo cuanto precise el esfuerzo de la minoría socialista en el Ayuntamiento de Zaragoza.

(Ovación formidable y vivas).

Para terminar, el señor Pi y Suñer pronunció unas breves palabras en nombre de los radicales socialistas, en las que expresó su satisfacción por el triunfo de la República y animó a todos a defenderla en todo momento.

[1] Nació en Gea de Albarracín. Obtuvo el título de abogado por la  Universidad de Salamanca. Concejal en las elecciones del 12 de abril de 1931 fue elegido alcalde de Borja. Posteriormente fue nombrado primer Gobernador republicano de Zaragoza. Diputado por la provincia de Teruel (Partido Radical) en las elecciones celebradas el 28 de junio de 1931. Falleció en Borja el 27 de enero de 1932.
[2] Su hijo Fernando Banzo fue detenido el 20 de marzo de 1944, junto a una cuarentena de compatriotas republicanos,  en un bar de la  población francesa de  Rennes. Pasó a manos de la Gestapo y  deportado  al campo nazi de Neuengamme, donde ingresó el 24 de mayo de 1944. Se dio por desaparecido. V.: Calvo Gascón, J.M.: “Itinerarios e identidades. Republicanos aragoneses deportados a los campos nazis”. Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2011, pp. 94-96.
[3] Había sido concejal del ayuntamiento zaragozano.

martes, 10 de abril de 2012

LISE RICOL: una vida luchando por la libertad.

En Calella de Palafrugell. 2004
A la vuelta de las vacaciones de Semana Santa de las montañas del Maestrazgo turolense  y aislado por unos días - sin conexión a internet, ni teléfono, ni diarios nacionales- me encuentro con sendos  correos electrónicos, de un buen amigo parisino y de una compañera de la Junta de la Amical, anunciándome la muerte de la brigadista Lise London en París, el pasado 31 de marzo.  Varios medios de comunicación han recogido la noticia de su fallecimiento y han glosado la figura de esta mujer luchadora de la libertad hasta los últimos momentos de su existencia.

Conocí a Lise Ricol, según ella misma se presentó orgullosa de sus orígenes, en la primavera de 2004 en la localidad de Calella de Palafrugell (Girona) donde se estaba celebrando la Asamblea anual de la Amical de Mauthausen, asociación a la que acababa de incorporarme tan sólo hacía unas semanas.  Al acceder al Museu del Suro, me presentaron a Lise y al enterarse que era de Ejulve, tan cercano a Las Cuevas de Cañart y Dos Torres de Mercader lugar de nacimiento de sus padres, me abrazó y me pidió ayuda para acceder al recinto puesto que caminaba con dificultad, debido a una reciente intervención. En el salón de actos oímos el testimonio de las dos deportadas –el de ella y  el de Neus Català- que asistieron a la inauguración de la exposición, sobre la deportación de las mujeres, que había editado la Amical.
Lise en 1935

Lise -que nació en Francia en febrero de 1916 donde habían emigrado sus padres- nos explicó la experiencia durante su deportación al campo de Ravensbruck,  haciendo especial hincapié en el recuerdo de las compañeras que hallaron la muerte en el campo y en el sufrimiento padecido en las largas marchas a las que se vieron forzadas en medio del frío, la nieve y los asesinatos de los SS, en los días previos a la liberación. Me impresionó la fortaleza de su discurso, la vehemencia en la denuncia de los crímenes nazis, la sinceridad en el recuerdo de las camaradas sacrificadas y la energía en el llamamiento a los jóvenes para impedir todas las injusticias presentes.

Otros contactos posteriores, en su domicilio en París, en el campo de Mauthausen (2005) y en alguna visita esporádica a Barcelona, me ayudaron a conocer mejor retazos de su trayectoria y compromiso: de su estancia en España durante la guerra, del  dolor que le supuso la separación de su hijo en la prisión, de la inhumana experiencia de la deportación - de la suya, de la de su marido y la de su hermano Fredo- del regreso del infierno y de los temores ante el reencuentro con los suyos, de su difícil relación con el comunismo oficial, de su marido el brigadista Arthur London,… Pero Lise me habló también del inmenso cariño a Las Cuevas, a Dos Torres, gracias a los relatos y el recuerdo transmitido por sus padres. También había  recuperado familiares en diferentes poblaciones de Aragón, con quienes mantenía frecuentes contactos,… y hasta los platos típicos de nuestro amado Maestrazgo le eran próximos.

Segundo volumen de sus memorias.
A sus 96 años, el corazón de Lise Ricol London, ha dejado de latir. Su entereza, su  clarividencia, su predisposición para implicarse en la lucha contra las injusticias ha sido permanente: en la última visita realizada en su domicilio coincidí con dos mujeres jóvenes iranís que le explicaban las dificultades para llevar a cabo sus reivindicaciones y Lise las escuchaba y les aconsejaba, como si se tratase de su propia lucha personal.

Vivió una vida intensa, plena de sacrificios y teniendo que superar enormes dificultades, así como las contradicciones que supone haber estado permanentemente luchando por la libertad en los últimos 80 años. El legado de su recuerdo es un acicate personal para quienes tuvimos la suerte de conocerla y es responsabilidad nuestra mantener el sentido de su compromiso.

Más sobre  Lise London

Un documental:

Santiago Carrillo:

Jesús Rodríguez:

Antón Castro:

Video, hablando en francés  sobre las Brigadas Internacionales

Video en un homenaje a las Brigadas Internacionales

lunes, 9 de abril de 2012

LA DEBACLE FRANCESA DE 1940 (III): testimonio de José de Dios Amill


El cerco de los alemanes se estaba realizando más pronto de lo que esperábamos, por tanto dieron orden a la 86 Compañía de Trabajadores Españoles, de la que formaba parte como barbero, de abandonar al atardecer de aquel mismo día el lugar donde estábamos trabajando. Debíamos marcharnos a pie y a marchas forzadas a Dijon, ciudad francesa que se hallaba a ciento cincuenta kilómetros de Pommery, el pueblo donde nos encontrábamos

Entre los testimonios publicados de diferentes republicanos supervivientes de los campos nazis, he elegido el de José de Dios Amill (Fraga, 1919-2002)  –publicado con el título “La verdad sobre Mauthausen”- porque comienza con la cita anterior, describiendo el momento  justo en que se preveía la inminente llegada de los alemanes a la zona donde estaba destinado. En este primer capítulo de titulado “En poder de los alemanes”, José de Dios cuenta cómo emprendió una huída desesperada para intentar escapar de un destino que, en un corto periodo de tiempo, resultó inevitable. .

Cuatro republicanos, entre los que se encontraba José, tras haber recorrido a pie unos veinticinco kilómetros en una sola noche, decidieron abandonar la Compañía e intentar por su cuenta avanzar más rápidamente hasta alguna zona más segura. Consiguieron robar tres bicicletas y así se echaron al camino para alejarse del frente, buscando siempre carreteras secundarias para evitar los atascos que se formaban en las principales:

“…la Nacional iba hasta los topes de gente a la que evacuaban en carros, camionetas, turismos y algún carricoche. También se veían muchas motos y bicicletas pero la gran mayoría iba a pie, cargada de ropas y comida. Todos habían abandonado su hogar, lo habían dejado todo en busca de un lugar que les pusiese a salvo de la invasión del ejército alemán. También encontrábamos soldados franceses que se retiraban sin orden ni concierto, sin oponer ninguna clase de resistencia, como un ejército vencido”.

El miedo y los peligros a los que se exponía la población civil causaron una viva impresión en José de Dios, recordándole episodios semejantes, contemplados hacía poco más de un año durante la retirada de los republicanos hacia el exilio francés. Momentos de aparente tranquilidad, en los que nada parecía presagiar un peligro inminente, eran rotos de forma repentina por la presencia de la aviación alemana. Contaba José que un día se hallaban, junto a otras muchas personas, en la plaza de un pequeño pueblo haciendo cola para comprar pan, cuando...

“…se oyó un gran vocerío: la aviación alemana venía del este. Nosotros (..) con las ayudas de las bicicletas, pronto estuvimos fuera del lugar. Al llegar a la carretera empezaron a caer bombas, seguramente sobre la plaza donde debía haber más de doscientas personas. Nunca supimos si hubo víctimas; seguro que sí. Nosotros salimos raudos en dirección a Dijon”.

No alcanzarían su destino puesto que, a pesar de su esfuerzo por avanzar a golpe de pedal, por el camino conocieron que la ciudad ya había sido ocupada y, por las diferentes localidades por las que pasaban, se iban encontrando con los efectos destructivos de la aviación, con la incertidumbre de quienes habían intentado la huída y con secciones del ejército francés que no sabían qué hacer ni a dónde dirigirse. La opinión de José, sobre los militares franceses, la reflejaba al describir la actitud de un grupo con el que coincidieron en uno de los últimos pueblos visitados:

“Como prueba de su categoría militar sólo les quedaba a todos el uniforme pues sus armas las habían depositado en el ayuntamiento del pueblo como signo de rendición incondicional. Al mando de esta tropa había un teniente bastante joven quien, con cierta flema y sin sentimiento aparente, dijo que cuando llegaran los “boches” allí los encontrarían”.

La situación era angustiosa, José tomó conciencia de la inutilidad de su esfuerzo y cuando se fue a dormir –tras el encuentro con este grupo de militares- tenía la impresión que su escapada había llegado a su fin. Irremediablemente sus temores se confirmaron al ser despertados, durante la noche,  por unas voces alemanas que interrumpieron bruscamente su sueño:

Penetraron con violencia, abriendo la puerta de una patada aunque sólo estaba entornada. A la luz de unas linternas y de un reflector, con las metralletas en posición de disparo, nos hicieron salir a la calle con los brazos en alto”.

Era el 20 de mayo de 1940, y se encontraban en la localidad de Bar-le-Duc y allí mismo empezó para ellos un periplo incierto como prisioneros de guerra: fueron internados primero en Toul, después en uno de los campos que los nazis habían establecido en todo el territorio del Reich, concretamente en el stalag XI B desde donde, José, fue deportado a  Mauthausen, en enero de 1941.

Durante los primeros meses de estancia en el campo, vivió relativamente tranquilo gracias a su oficio de barbero, pudiendo escapar, temporalmente, de los trabajos en la temida cantera a la que fue destinado en mayo. Allí tuvo que enfrentarse al trabajo físico agotador, al hambre y al desaliento. Se presentó voluntario, en agosto, para ser trasladado al kommando Brestein situado a unos 200 kilómetros del campo central donde, varios cientos de republicanos españoles, estaban construyendo una carretera. Pasó temporadas muy duras y llegó a pensar que podía ser devuelto a Mauthausen y acabar en el crematorio.  En septiembre de 1942 fue transferido a Steyr para trabajar en una fábrica de motores, siendo liberado en este lugar, en mayo de 1945, por las tropas americanas. 

Tras la liberación se recuperó en París, realizó trabajos agrícolas  y posteriormente se trasladó al Principado de Andorra para intentar encontrarse con su esposa que residía en Lérida. Regresó en 1947 y se instaló definitivamente en  Fraga, junto a su esposa y a su hija,  hasta su fallecimiento en octubre de 2002.